¿Vamos a esperar hasta que seamos nosotros los más afectados para generar soluciones o vamos a actuar ya?
Los pequeños productores y los agricultores familiares producen cuatro quintas partes de los alimentos que comemos en todo el mundo.
Las zonas en las que viven y trabajan son las primeras afectadas por el cambio climático y, sin embargo, son de los grupos que menos representación tienen a la hora de formular políticas climáticas. Así lo demostraron datos del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).
Según “La Ventaja de los Pequeños Agricultores”, informe sobre la respuesta del FIDA al cambio climático, los pequeños productores son algo más que víctimas de las consecuencias de los cambios meteorológicos: son parte fundamental de la solución.
Es por esto que muchos han decidido dejar de quedarse con las manos cruzadas viendo como el clima les arrebata sus fuentes de trabajo y de nutrición para tomar acción.
Mediante el Programa Adaptación para la Agricultura en Pequeña Escala (ASAP) del FIDA, puesto en marcha en 2012, países Latinoamericanos como Bolivia y Nicaragua han empezado a implementar programas de capacitación y adaptación.
Este Programa, que cuenta con más de 350 millones de dólares en promesas de distribución, busca que pequeños agricultores de los diferentes tengan más acceso a información climática, a tecnología más apta y a una preparación óptima en casos de desastre para que de esta manera sus principales productos (como el café y el cacao en el caso de Nicaragua) no se vean tan comprometidos.
Este visionario programa nos viene a dar un llamado de atención a todos. Si pequeños productores están dando pasos importantes en la propuesta de soluciones para el cambio en el clima, ¿cuánto tiempo más se quedará el mundo de brazos cruzados? Existen recursos, existen las ganas, pero lo que no existe es el tiempo para esperar a la disposición política. ¿Vamos a esperar hasta que seamos nosotros los más afectados para generar soluciones o vamos a actuar ya?
