Sin conocer las cifras de la cantidad de carbono que pueden absorber los bosques, los pobladores de la Comunidad Campesina El Chino, en Loreto, al noreste del Perú, vienen trabajando hace más de 30 años en el manejo de sus recursos naturales y, sin saberlo, están adaptándose al cambio climático.
Según los lineamientos del Grupo Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático (IPCC), el manejo y conservación de bosques es parte de los mecanismos de adaptación a este fenómeno. Pero los fundadores de la comunidad de El Chino decidieron, sin saber nada del IPCC, proteger sus bosques y cochas de los foráneos que ingresaban a la zona con barcos frigoríficos para extraer el recurso hidrobiológico de la zona.
Su capacidad de organización y voluntad para proteger las más de 420.080 hectáreas de bosque los llevó a ser los precursores para la creación del Área de Conservación Regional Tamshiyacu Tahuayo, ubicado a media hora de la comunidad.
La serie de alternativas con las que cuenta la comunidad se basan en las diversas cuotas de flora y fauna, así como en el cuidado de la reserva, el cual se desarrolla a base de un plan de manejo de conservación, reforestación y patrullaje fluvial y terrestre en la zona.
Pero además sostiene que la conservación del bosque es fundamental para la vida de los pobladores de El Chino, el cual les permite contar con diversos productos para su subsistencia y el comercio a lo largo del año, a través de cuotas de extracción de peces y animales salvajes como el majás y el ronsoco.
A pesar del esfuerzo de los pobladores por conservar los bosques de su territorio, la región Loreto es en la actualidad la segunda región más deforestada del Perú en los últimos diez años luego de San Martín (289.766 hectáreas), según el Programa Nacional de Bosques y el Ministerio del Ambiente.
En total en Loreto se han deforestado 251.925 hectáreas al 2013. En todo el país, los últimos años han sido catastróficos para la amazonía: la deforestación se duplicó, alcanzando las 1’305.969 hectáreas en las 14 regiones del país.
El cambio de uso de los suelos contribuye a aumentar el cambio climático en el planeta, ocasionando la modificación de la temperatura y los patrones e intensidad de las lluvias, lo que afecta a las poblaciones de la selva baja, según explica Marco Paredes, jefe del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú.
Los efectos de la deforestación afectan indirectamente a los moradores de El Chino, quienes señalan que, en los últimos años, las temperaturas del clima cambiaron, dañando sus plantaciones y cambiando su ritmo de vida.
La aparición de plagas, así como las sequías e inundaciones extremas, son consecuencias del cambio climático, hechos que no están distantes a la Comunidad Campesina de El Chino, ubicada en la selva baja.
Cuando sus pobladores dicen que “el clima cambia mucho” es porque los niveles de temperatura tienen un cambio sustancial de acuerdo a los índices normales de grados centígrados en nuestro planeta
Ángel Freitas, director de Certificación Ambiental de la Autoridad Regional Ambiental (ARA) de Loreto, explica que el cambio climático también tiene un lado positivo. En el caso de la comunidad, ellos se han adaptado de manera empírica aplicando conocimientos ancestrales.
Por ejemplo, las casas en las que viven están diseñadas para evitar que se inunden cuando se incrementa el nivel del agua y, del mismo modo, protegen a sus animales domésticos durante esta época.
En el caso de las artesanas, ellas siembran sus palmeras de Chambira en una zona más alta que la habitual a pesar de que estas crecen en zonas inundables, con la finalidad de no resultar tan afectadas ante los desbordamientos.