Conservando los páramos en la sierra de Piura

Por: José Eduar Rivera Saavedra
Los páramos son la fuente principal de abastecimiento de agua para el consumo humano y otras actividades productivas de la región. Y aunque se han visto afectados por la tala y quema de bosques, las comunidades aledañas luchan por
reforestarlos con especies nativas.

Al norte del Perú, los pobladores de los caseríos de San Juan, Totora, Cashiaco y otros de Pacaipampa –en la provincia de Ayabaca, Piura– disponían de agua suficiente para sus terrenos hasta que la tala y las quemas, con las que ganaban nuevos terrenos agrícolas, fueron acabando con sus bosques. A causa de ello, las partes altas y bajas de la región requieren en la actualidad de una mayor demanda de agua para el riego. La situación es crítica.

En los páramos de Pacaipampa, el viento es helado y congela todo lo que está a su paso. Se puede acceder a ellos con más facilidad entre junio y noviembre, meses en los que disminuye la intensidad de las lluvias. Ubicados a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar, estos ecosistemas son muy importantes porque su suelo almacena la lluvia y la libera durante las épocas de sequía. Además, sirve para abastecer las partes medias y bajas de la región Piura a través de los ríos Quiroz y Huancabamba.

En la comunidad de Yanta se han reforestado los páramos con romerillo, chachacomo, entre otros. Los comuneros evitan la tala indiscriminada, que contribuye al cambio climático.

Para evitar que el agua siga disminuyendo, Magdiel Carrión, actual presidente de la Comunidad de Yanta, explica que los páramos están siendo reforestados con especies nativas como el chachacomo, huayacán, romerillo y otras. El objetivo, añade, es evitar que la agricultura siga talando y quemando bosques para sembrar productos de panllevar y el pastoreo de ganado, y refiere que la Universidad Nacional de Trujillo construyó un herbario medicinal con más de 300 plantas que se han identificado en la zona.

Se trata, pues, de una acción que adapta la zona frente a la tala indiscriminada, uno de los problemas que contribuye al cambio climático. Además de ello, en el lugar se está realizando un plan de manejo en las nuevas áreas reforestadas, aprovechando la madera para el consumo doméstico y otras actividades productivas. Los nuevos bosques permitirán impulsar, además, el turismo vivencial por la gran cantidad de especies medicinales y aves que hay en la zona.

Parte de la adaptación de la comunidad de Yanta incluye el desarrollo del turismo vivencial para dar a conocer las plantas medicinales y aves que existen en la zona.

Para evitar que los bosques andinos continúen siendo depredados, el 2015 el Ministerio del Ambiente (Minam) reconoció a las lagunas y páramos andinos de San José de Tapal como la primera Área de Conservación Privada (ACP) con un área de 908 hectáreas en el distrito y la provincia de Ayabaca. En esta zona se han registrado a la fecha 286 especies de flora.

Según Paul Viñas, jefe del programa de páramos de la ONG Naturaleza y Cultura Internacional (NCI), los páramos generan 4 metros cúbicos por segundo de agua todo el año. El volumen representa el 25% de la capacidad de este reservorio con el cual se irriga todo el valle de San Lorenzo, Tambogrande y parte del Chira, la zona de mayor producción agrícola para la agroexportación en Piura.

El cambio climático ha originado en los páramos la aparición de plagas como la Roya, que afectan la producción de café.

Fidel Torres, coordinador de Investigación del Instituto de Montaña, señala que en los páramos se encuentran más de 3 mil especies de flora y fauna y es hábitat de especies vulnerables. Además, advierte que el cambio climático deja impactos en la agricultura con la aparición de plagas y enfermedades. Una de ellas es la Mancha roja, que ataca la producción del banano orgánico, mientras que la Roya y el Ojo de gallo afectan las producciones de café.

Carlos Sánchez, gerente de la Cámara de Comercio de Piura, resalta la importancia y urgencia de proteger los páramos. “De perderse, el 70% de la agricultura piurana se vería perjudicada y la pobreza aumentaría en un 60%”, indicó, tras sostener que otros efectos serían el incremento de la inseguridad y el desempleo.

La protección sostenida de los páramos permite que haya más empleo para los agricultores de la zona.