En el centro poblado Macacará, ubicado en Piura, a más de 900 kilómetros al norte de Lima, la capital peruana, 20 comuneros han emprendido un interesante proyecto de reconversión de la zona desértica. Ellos buscan recuperar 18 hectáreas deforestadas por la tala indiscriminada y la expropiación de tierras por empresas agroindustriales a través de un sistema de reforestación con especies nativas. Con ello, la comunidad está adaptándose a los efectos del cambio climático.
El plan comenzó a gestarse tras la expropiación de 500 hectáreas de tierras por parte de la empresa de caña Maple Etanol, la cual, a partir del 2011, inició un proyecto de reforestación para que en ese espacio se puedan plantar todas las especies del bosque seco y contribuir, así, con la conservación del medio ambiente.
La reforestación se hace a través de una técnica sencilla y rápida de traslado a “raíz desnuda”, con la cual se seleccionan y desarrollan ejemplares en un vivero.
El terreno a reforestar es una loma situada cerca al vivero de Macacará que hoy, luego de dos años, empieza a embellecer. Allí también está el pozo de agua con el cual se riega la plantación.
Las especies con las cuales se trabaja son el palosanto, hualtaco, ceibo, guayacán, algarrobo, zapote, entre otras especies nativas del bosque seco y que se encuentran en peligro de extinción.
Los bosques secos representan el 2,4% del territorio nacional y se concentran en el norte del país, sobre todo en Piura, Lambayeque, y Tumbes. Al recuperar las áreas degradadas, se busca mejorar las condiciones del suelo y generar condiciones microclimáticas que permitan la floración y fecundación de los frutos del algarrobo, base de la alimentación del ganado caprino y útil para la apicultura.
Antes de que llegaran las empresas agroindustriales a la zona, en Macacará había unas 2.500 cabezas de ganado caprino. Hoy ya casi no queda nada debido a que “no hay áreas donde pastorear”, según explica Edwin Chorres, presidente de los comuneros.
Pero también se pretende impulsar el ecoturismo y el biocomercio con el derivado del algarrobo.
En el 2014, el vivero de Macacará produjo 10 mil plantones: una parte se sembró en cinco hectáreas de la zona afectada, mientras que el resto se ubicó en otras comunidades.
Cristian Saldarriaga, responsable del Área de Recursos Naturales del Gobierno Regional de Piura, destacó la iniciativa de los comuneros quienes, a pesar de los escasos recursos con los que cuentan, hacen el trabajo que muchas instituciones deberían hacer.
Rómulo Coronado Zapata tiene 76 años y es uno de los responsables del cuidado del vivero. Él sostiene que durante su juventud Macacará fue un lugar donde sobraban alimentos y, sobre todo, alegría.
Sin embargo, hacia 1983 la vida de la población fue cambiando con el aumento del caudal del río Chira, que se llevó gran parte de las áreas de cultivo y obligó a la población a migrar a otros lugares. Posteriormente, la zonificación urbanística, la expansión de la agroindustria y la depredación del bosque convirtieron al lugar casi en un pueblo fantasma.
En el 2015 en Piura se contabilizaron 19 mil hectáreas deforestadas, pero se espera que este año las noticias sean positivas y el territorio afectado se reduzca a 16.400 hectáreas.