Se necesita que los más de 195 países partes de la CMNUCC, en su Conferencia número 21 (COP21) a celebrarse en París en diciembre de este año, logren, después de 23 años, un exitoso Acuerdo Climático vinculante, el cual brinde señales claras a los países, empresas y sociedad civil de que la adicción al carbono se acabó.
El cambio climático es uno de los desafíos más importantes que enfrenta la humanidad. Esta crisis climática, asociada al aumento de temperatura de la atmósfera, alteración de los patrones de precipitación, mayor intensidad y frecuencia de eventos climáticos extremos, aumento del nivel del mar, deglaciación, entre otros, trae consigo pérdidas sociales, económicas y hasta humanas.
Según el estudio de Sir Nicholas Stern, los efectos del cambio climático expondrían a las economías del mundo a una recesión que podría alcanzar el 20% del PBI global, pudiendo evitarse con una inversión de 1% de dicho PBI. En el Perú, según un estudio del Banco Central de Reserva, se generaría una pérdida de 6% del PBI potencial en el año 2030; reduciéndose a menos de la tercera parte en caso se adopten políticas globales que estabilicen la temperatura.
Más allá del plano económico, el Papa Francisco en su Encíclica “Laudato Si”, recuerda a la humanidad que tiene la obligación moral de cuidar y proteger el hogar común (planeta tierra), considerando una solidaridad inter e intrageneracional que vele por los más pobres y vulnerables.
Desde la aprobación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) en 1992 y su posterior Protocolo de Kioto, los países industrializados denominados “Anexo 1” acordaron reducir en 5% sus emisiones gases de efecto invernadero (GEI) causantes del calentamiento global, con respecto al nivel del año 1992, a ser medido en el periodo 2008-2012. Pero fracasaron en el intento pues la adicción al carbono a través del combustible fósil -petróleo carbón, gas, diesel y sus derivados- ha sido muy difícil de controlar. Por el contrario, otros países emergieron basando su desarrollo precisamente en el carbono.
La ciencia ha sido muy clara. En el último siglo la temperatura promedio de la atmósfera ha aumentado en casi 1°C (0,85°C) en comparación a los niveles de la era pre-industrial. Y si el mundo continua con su estilo de producción y consumo basado en combustible fósil la temperatura en este siglo aumentaría entre 4 y 5°C, lo cual podría causar cambios drásticos en los ecosistemas que nos proveen servicios a los seres humanos. Es como si un bebe no solo tuviera una fiebre de 1 ó 2°C sino de 5 ó 6°C. Esta situación sería dramáticamente insostenible. Por eso el médico, en este caso el Panel Intergubernamental de Cambio Climático, recomienda mantenerse por debajo de los 2°C y advierte que un aumento por encima de 1.5°C podría generar grandes riesgos a algunas regiones y ecosistemas vulnerables.
Se necesita que los más de 195 países partes de la CMNUCC, en su Conferencia número 21 (COP21) a celebrarse en París en diciembre de este año, logren, después de 23 años, un exitoso Acuerdo Climático vinculante, el cual brinde señales claras a los países, empresas y sociedad civil de que la adicción al carbono se acabó.
Pero la tarea no está fácil. Lograr consenso pleno de las 195 partes con respecto a un documento cuyo borrador tiene 51 páginas es muy complejo cuando además hay muchos intereses de por medio. Por ello el texto resultante de París debería ser claro en incluir al menos 6 elementos claves que fijen metas, balance y responsabilidad:
1. Las Intended Nationally Determined Contributions (iNDC), o compromisos de reducción de emisiones que los países han ofrecido individualmente, deben convertirse en obligatorias (vinculantes), pues el esfuerzo que han hecho cerca de 147 países por identificar sus metas de mitigación, y en algunos casos en adaptación, se vuelvan realidad. Eso dará señales a los sectores productivos y económicos de los países para adoptar las condiciones necesarias para garantizar su implementación.
2. El ofrecimiento de financiamiento climático, de lograr 100 mil millones de dólares anuales a partir del 2020, para apoyar a los países en vías de desarrollo para adaptarse y reducir sus emisiones, debe hacerse efectivo. Sabemos que es insuficiente para las necesidades reales de inversión y preparación para afrontar el cambio climático, pero será un mensaje claro para crear confianza que los compromisos asumidos en el contexto del Acuerdo Climático se cumplen. Dicho financiamiento climático debe ser adicional al que se brinda a los países para su desarrollo (ODI), por ello debe plantearse una estrategia para obtener los 100 mil millones anuales entre países desarrollados, bancos multilaterales de desarrollo y sector privado.
3. Un claro compromiso por alcanzar la meta de los 2°C. Las iNDC tal como están presentadas hasta el 01 de octubre, según el reporte de síntesis de la CMNUCC revelado el 30 de octubre, podrían reducir la velocidad de incremento de la temperatura pero no será suficiente para lo que indica el IPCC, pues se estima aumentaría a 2.7°C. Se necesita definir claramente el mecanismo para incrementar la ambición de las iNDC, con mayores esfuerzos de los países desarrollados pero también de los países en vías de desarrollado, quienes más del 50% condicionó un incremento adicional de ambición en función de cooperación internacional.
4. El Acuerdo debe presentar un balance entre países desarrollados y en vías de desarrollo, de tal manera que se muestre una equidad con los más vulnerables. Los países desarrollados deben ser claros en el mecanismo para compensar las pérdidas y daños a los más afectados –como las islas y los países africanos- así como la forma en que se efectuará la transferencia de tecnología y fortalecimiento de capacidad para la adaptación de los países en vías de desarrollo.
5. Es necesario construir confianza en que los compromisos asumidos en el marco del Acuerdo Climático sean cumplidos, sentando las bases para un sistema de transparencia y rendición de cuentas transversal. En ese sentido, se debe establecer la hoja de ruta de cómo será el sistema de monitoreo, revisión y verificación (MRV) en términos de las iNDC, financiamiento, entre los demás temas prioritarios.
6. Finalmente, el Acuerdo Climático debería dar señales claras a la sociedad, al ciudadano de a pié, sobre el nuevo desarrollo que se necesita al largo plazo, el cual incluya un cambio en el patrón de consumo, producción e inversión, que no solo se nos mida por nuestros ingresos individuales o PBI nacional, sino por el bienestar solidario que logremos.
Ya sabemos que a nuestro niño le sigue aumentando la fiebre y tenemos a un médico comprometido, pero falta la madurez de los padres o Gobernantes para tomar “hoy” decisiones que eviten una crisis global sin precedentes.
Por María Elena Gutiérrez, Gerente de Investigación en Libélula.
Fuente: El Comercio