La filosofía del Buen Vivir nos enseña que la vida no debe vivirse en función de la economía, sino que, por el contrario, la economía debe estar al servicio de la vida.
Por Valeria Vidal
Columnista invitada
Generación +1
La filosofía social del Buen Vivir debe ser interiorizada tanto por líderes como a ciudadanos durante la COP20 que se llevó a cabo en nuestro país. El Buen Vivir ya ha comenzado a crear cambios en Sudamérica, especialmente en Bolivia y Ecuador, y se focaliza una búsqueda de generar un buen nivel de vida para todos, basado en colocar la felicidad y calidad de vida en el centro de atención, lo cual, entre otras cosas, involucra el consumir menos y desarrollar un sentido de colectividad y cooperación.
El enfoque de desarrollo de Ecuador y Bolivia se basa en sus respectivos pasados indígenas, en valorizar su cosmovisión, incorporando el concepto de Sumak Kawsay de los pueblos quechuas de los Andes, traducido al español como el Buen Vivir. Sumak Kawsay describe una vida en ecológicamente equilibrada y culturalmente sensible, centrada en la comunidad y en un respeto de la naturaleza.
Ecuador ha marcado historia incorporando principios y orientaciones sobre el Buen Vivir en su constitución en el 2008, lo que ha generado paulatinamente un cambio social reconocidamente positivo. Este cambio forma parte de la construcción de un modelo de vida para los ciudadanos en el cual la actividad humana debe utilizar los recursos naturales que vaya en sincronía con la regeneración natural de los mismos. La misma constitución ecuatoriana resalta “el ejercicio de las responsabilidades y de la convivencia armónica con la naturaleza” en su Artículo 275.
El desarrollo económico y social de un país se apoya en gran medida en la relación del Estado con el mercado y la sociedad. Reconociendo que faltaba un factor fundamental en esta ecuación, países como Ecuador y Bolivia han incluido a la naturaleza como parte central del plan de Sumak Kawsay, que implica “mejorar la calidad de vida de la población, desarrollar sus capacidades y potencialidades; contar con un sistema económico que promueva la igualdad a través de la redistribución social y territorial de los beneficios del desarrollo; impulsar la participación efectiva de la ciudadanía en todos los ámbitos de interés público, establecer una convivencia armónica con la naturaleza; garantizar la soberanía nacional, promover la integración latinoamericana; y proteger y promover la diversidad cultural,» (Constitución de la República del Ecuador, Art. 276).
La filosofía del Buen Vivir nos enseña que la vida no debe vivirse en función de la economía, sino que, por el contrario, la economía debe estar al servicio de la vida. Muchos países toman tentativas en la dirección de limitar los poderes económicos, pero, por otro lado, no fortalecen la colectividad y cooperación. Este es uno de los pilares más importantes de la filosofía Sumak Kawysay.
En muchas partes del mundo el capitalismo promueve los derechos individuales como principio fundamental y primordial. En el caso del Buen Vivir, este debe ser ejercido siempre y cuando contribuya también a los derechos de los pueblos y la naturaleza.
Este paradigma alternativo incita muchas críticas, pero bien aplicados, los principios del Buen Vivir pueden, sin duda, convivir con el capitalismo del mercado. Una economía estructurada de acuerdo con el Buen Vivir requeriría cambios significativos en los modos de producción, especialmente en la agricultura y su tamaño. La producción en pequeña escala tiene una serie de ventajas: es más probable de reflejar y mejorar la cultura y necesidades locales, incluir a la población local y proteger el medio ambiente.
La filosofía del Sumak Kawsay, como muchas filosofías, sigue en desarrollo y debe adaptarse a los tiempos modernos, a un mundo global. En su esencia, ella describe una forma de vida y desarrollo que ve a los lo social, cultural, ambiental y económico en armonía y equilibrio, no siendo visto y priorizado por separado, jerárquicamente, como se observa ahora. Esta es la idea que debe inspirar a nuestro país en la COP20 y hacia el futuro. El Buen Vivir recoge conocimientos ancestrales que hoy sirven para generar nuevas ideas y perspectivas que deben guiar los modelos de desarrollo que decida adoptar el país.