Especialistas sostienen que hace falta regulación para una transición ordenada , o es fácil que sea caótica.
Una semana después de la celebración de la Cumbre climática de París (COP 21), las empresas han madurado el Acuerdo alcanzado, están valorando cómo les afecta y el resultado es claro: tendrán que cambiar sus estrategias y sus planes de negocio, sobre todo las energéticas.
Para Gonzalo Sáenz de Miera, director de Prospectiva Energética de Iberdrola, la primera compañía de renovables del mundo, «el escenario es complicado, pero el Acuerdo de París refuerza nuestra estrategia». La complejidad -en la que estuvieron de acuerdo todos los participantes- se refiere al modo en que los estados trasladen a su ordenamiento jurídico interno los objetivos de reducción de emisiones a los que se han comprometido: «Habrá que ver en qué se traducen los planes de cada país», aseveró, antes de recordar que Iberdrola tiene el objetivo de reducir a la mitad sus emisiones de CO2 en 2030 y de ser neutra en carbono en 2050.