Según el activista George Marshall, el problema no es la «negación» del cambio climático. El problema es la «resistencia» psicológica que ha echado a raíces en gran parte de la población y que obedece a causas complejas, muy relacionadas con nuestra propia condición de «humanos».
«Nuestros cerebros están programados para responder a amenazas concretas, visibles y urgentes. Somos capaces de vislumbrar el futuro, pero no reaccionamos hasta que tenemos el peligro delante. Y por eso una amenaza abstracta, invisible y hasta cierto punto «lejana» como el cambio climático no provoca una acción colectiva».
El Mundo habló con George Marshall, fundador del Climate Outreach, activista hasta la médula y sin embargo muy crítico con las posiciones extremas en el debate. Estos días se publica en el Reino Unido la versión de bolsillo de Dont ever think about it» («Ni se te ocurra pensar en ello»), su manera personalísima de ahondar en las razones por las que nuestros cerebros no hacen «clic».
«El cambio climático es como un punto ciego», asegura Marshall. «Como ese espacio que no vemos cuando estamos conduciendo y miramos con el rabillo del ojo por el espejo retrovisor».