(Foto: Flickr Martha de Jong-Lantink)
La evolución de las poblaciones de estos pescados puden verse gravemente afectadas, así como todo su entorno.
Así lo aseguran ocho científicos en un estudio publicado en la revista «Proceedings of the National Academy of Sciences». Los investigadores pertenecen a la Universidad Estatal de Oregón, la Estación Biológica Flathead Lake de la Universidad de Montana y el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Kodiak.
El oso Kodiak («Ursus arctos middendorff»), que es el oso pardo más grande del mundo, suele atiborrarse de salmón rojo durante el verano, pero los investigadores se sorprendieron al ver en 2014 arroyos en el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Kodiak repletos de estos peces y sin plantígrados a la vista. Esta escena se repitió al año siguiente.
«Antes de ese verano, encontramos arroyos que estaban llenos de miles de cadáveres de salmón triturados», apunta Will Deacy, investigador postdoctoral en la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Estatal de Oregon y autor principal del estudio. Este experto añade que «en 2014 y de nuevo en 2015 nos sorprendió encontrar una escena tan diferente. Había montones de cadáveres podridos e intactos que habían muerto después de desovar, en lugar de ser asesinados por osos».
Entonces, los osos estaban en las laderas alimentándose de abundantes bayas de sáuco rojas, que habitualmente maduran después de que el salmón haya terminado de desovar en los arroyos. Esa fruta silvestre, repleta de hidratos de carbono, es una parte importante de la dieta de un oso pardo, sobre todo cuando no hay salmones.
Cambios en la red alimentaria
Hasta hace poco, los osos comían pescado durante la mayor parte del verano y luego pasaban a las bayas, que solían madurar al final de la temporada del desove del salmón y solían estar disponibles desde finales de agosto hasta principios de septiembre. Estos plantígrados consumen docenas de alimentos diferentes a lo largo del año, pero el salmón rojo y las bayas de sáuco rojas son claves para ellos.
Los investigadores descubrieron que, debido a las cálidas temperaturas primaverales en Kodiak, las bayas están desarrollando frutas semanas antes al mismo tiempo que el pico de la migración del salmón. No en vano, 2014 fue uno de los años más calusosos en esa isla desde que el registro histórico comenzara hace seis décadas.
Los científicos analizaron excrementos de los osos para hallar evidencias directas de que estos animales estaban consumiendo bayas y no salmón, y así lo comprobaron. «A medida que el cambio climático vuelve a programar los ecosistemas, las especies que una vez estuvieron separadas en el tiempo ahora tienen la oportunidad de interactuar, en este caso las bayas, los osos y el salmón, lo cual tendrá grandes impactos que son difíciles de predecir», apunta Jonny Armstrong, ecólogo de la Universidad Estatal de Oregón.
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