El cambio climático, la contaminación, la gestión de los recursos naturales y el impacto de las actividades humanas en la naturaleza han continuado como mar de fondo durante este 2020 pandémico.
Si bien el 2020 pasará a la historia por otros motivos, los problemas ambientales como el cambio climático, la contaminación, la gestión de recursos naturales y el impacto de las actividades humanas en la naturaleza han seguido vigentes. Problemas que la covid-19 no solo no ha ocultado, sino que, en muchas ocasiones, ha sacado a la luz.
La pandemia ha hecho temblar los cimientos de un modelo globalizado de consumo “sostenido por gracias a altas demandas de agua”, como nos advierte la investigadora María José Polo, de la Universidad de Córdoba, en un artículo que describe la relación entre la gestión del agua y el clima y las consecuencias de modificar los ríos y la costa sin los criterios adecuados.
Cambiar la naturaleza puede tener consecuencias negativas para el paisaje, la flora y la fauna y los ecosistemas. Incluso, cuando los cambios se producen por la instalación de plantas de energía solar o parques eólicos, tan necesarios para la reducción de emisiones contaminantes.
Aunque las energías renovables son uno de los principales pilares de la descarbonización de la economía, y un componente fundamental de los planes verdes nacionales y europeos, deben evaluarse los posibles impactos de su implantación.
Mario Quevedo, de la Universidad de Oviedo, ha descrito los riesgos de no aplicar criterios ambientales en estas instalaciones: “No parece razonable que la urgencia, justificada por el abandono de los combustibles fósiles, nos arrebate un plan de trabajo riguroso para las renovables”, previene Quevedo.
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