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Ámsterdam se toma en serio el cambio climático

Para 2050 se propone ser la primera ciudad europea libre de emisiones de CO2.

(Foto: Diego Maia)

(Foto: Diego Maia)

La Cumbre de Paris contra el Cambio Climático, celebrada en diciembre de 2015, fue un nuevo reconocimiento internacional de la urgente necesidad de contener el incremento de temperatura global en 1,5ºC. Sin embargo, la trayectoria prevista actualmente, según la ONU, se sitúa en un ascenso de 3,4 grados (desde el supuesto de que todos los países ejecuten al completo los planes de mitigación acordados en París). Por eso, la Conferencia de las Partes de Cambio Climático (COP22), que en noviembre de 2016 tuvo lugar en Marrakech, pretendió concretar en acciones efectivas este esperado cambio de rumbo. En caso de no ser así, el panorama más posible ya fue descrito por el Banco Mundial como olas de calor sin precedentes, un incremento de ciclones tropicales, de sequías y hambrunas, y del nivel del mar con la desaparición de ecosistemas, etc.

Y las ciudades, ante el calentamiento global, tienen un innegable protagonismo. Así, el Informe Mundial de Ciudades 2016 (WCR2016) mantiene que “el modelo de urbanización actual es insostenible. Y necesita cambiar para poder responder a los retos de nuestro tiempo, y atender asuntos como la desigualdad, el cambio climático, y el crecimiento urbano informal, inseguro e insostenible”.

Efectivamente, nuestra movilidad diaria, el transporte de productos de consumo y de alimentos, la calefacción, o la elaboración y exportación de objetos depende del uso de fuentes de energía fósil (petróleo, carbón o gas natural). Y su quema incrementa el CO2 en la atmósfera, acelerando el cambio climático. Además, según la ONU, la contaminación urbana contribuye a casi 3,4 millones de muertes prematuras en todo el mundo y es un factor decisivo en las enfermedades respiratorias y cardiovasculares.

Por todo ello, ya son diversas las ciudades que se han puesto en marcha. Y la ciudad de Ámsterdam, que ya había comenzado a implantar medidas encaminadas a una mayor sostenibilidad medioambiental urbana, es ejemplo de ello. Y aspira, para el año 2050, a convertirse en una ciudad totalmente libre de emisiones de CO2. Con este fin, plantea llevar a cabo las siguientes líneas de acción:

  • Movilidad sostenible: el programa ‘Aire Limpio 2025’ tiene el objetivo de eliminar las emisiones de CO2 vinculadas al transporte, tanto público como privado. Así, Ámsterdam tiene previsto la sustitución progresiva de los autobuses diésel por modelos cero emisiones y espera aumentar la flota de taxis eléctricos. Por otro lado, implantará un plan de apoyo a los vehículos eléctricos particulares y restricciones a vehículos gasolina y diésel. Los vehículos más contaminantes verán su acceso restringido a diversas zonas de manera progresiva: en 2017 los vehículos fabricados antes del año 2000 tendrán el acceso prohibido a una primera zona, en 2018 tampoco lo podrán hacer los taxis registrados antes de 2009, los autocares fabricados antes de 2005 y los escúteres de antes de 2011. Y no se concederán autorizaciones de estacionamiento para los vehículos de gasolina y fabricados antes de 1992 ni para los de diésel de antes de 2005.
    A cambio, se promoverá el uso de vehículos eléctricos mediante ayudas a la compra, posibles deducciones fiscales, y duplicando el número de puntos de recarga (serán 4000 para el año 2018). Y es que, como desde el año 2000 planteara la Comisión Europea, el enorme aumento del tráfico rodado en los últimos años ha hecho que la baja calidad del aire debida a las emisiones de vehículos siga suponiendo «un peligro importante para la salud humana en las capitales europeas».
  • Energía limpia: la ciudad holandesa ha transitado del carbón al gas natural, y ahora hacia la energía limpia. Así, en 2050 se pretende haber eliminado en toda la ciudad el uso de gas natural para convertirla en zona libre de emisiones de CO2. En 2017 10.000 viviendas antiguas municipales serán ya desconectadas de la red de gas. Y en los próximos cuatro años se espera que unos 100.000 hogares puedan incorporarse a una nueva red alimentada con energía limpia. Que será obtenida mediante la quema de basuras, el uso de la energía restante de la industria, la geotermia, el gas verde (aquel que liberan sustancias orgánicas como el estiércol o restos de plantas), o el uso de paneles solares. Y para evitar gastos adicionales a los inquilinos, el ayuntamiento ha pedido ayuda al Estado, que debe cumplir a su vez el Pacto Energético Nacional. Así, Ámsterdam aspira a cumplir con lo pactado en París, y contribuir para evitar un aumento de 2 grados en la temperatura terrestre.

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