Christiana Figueres: «Hay que explicar a la sociedad que cambio climático y crisis de refugiados están ligados»
La costarricense es una de los 12 candidatos que optan a suceder a Ban Ki-moon al frente de la ONU. Su gran baza para la victoria es el prestigio diplomático que obtuvo con el Acuerdo de París cuando era secretaria ejecutiva sobre Cambio Climático de Naciones Unidas.
Cuando el leridano
Marià Figueres Forges emigró a Costa Rica en 1906, no podía imaginar que su hijo José se convertiría en el fundador de la II República de aquel país y presidente por tres veces. Tampoco que su nieto,
José María Figueres, volvería a la presidencia en 1999. Y sin embargo, en ese linaje de éxito y poder, la figura más destacable tiene nombre de mujer: Christiana Figueres (San José, Costa Rica, 1956), nieta del emigrante y urdidora de los Acuerdos de París de 2015 que los países firmaron para comprometerse a frenar el cambio climático.
Diplomacia y transparencia fueron las herramientas con las que trabajó desde la Secretaría Ejecutiva de la Convención sobre Cambio Climático, un cargo absolutamente denostado cuando accedió en 2010 después del desastre de la
cumbre de Copenhague liderada por su predecesor Yvo de Boer. Con estas credenciales de éxito presenta ahora su candidatura a la S
ecretaría General de Naciones Unidas para sustituir a
Ban Ki-moon. «Los gobiernos saben que soy imparcial, muy transparente, justa… que pueden trabajar conmigo y yo con ellos, y esa colaboración me parece fundamental para una secretaria general», presume de cualidades desde la Casa América de Madrid, donde aterrizó el pasado viernes desde París en plena vorágine de una campaña que le llevó al día siguiente a Nueva York. Pura diplomacia.
De la Cumbre del Clima de 2015, que se cerró con el Acuerdo de París, se dijo que fue un éxito. Usted misma llegó a calificarlo como un «hito internacional». Con la perspectiva del tiempo, ¿cómo valora el año qué ha pasado?
Definitivamente fue un hito histórico. Los países y el sector privado no están esperando ni siquiera a que entre en vigor, que creemos que va a entrar el año entrante. Ya se están implementando muchas de las medidas ahí adoptadas.
El plan era que se implementara en 2020, pero los países que lo firmaron están avanzando rápidamente
Sí, lo importante no es la firma sino la ratificación. Tiene que pasar por la legislación nacional de cada uno de los países. Sí sabemos que, por ejemplo, China y EE.UU., que son los dos países emisores más grandes, van a poder acceder ya legalmente al acuerdo en septiembre de este año y ahí se irán sumando muchísimos otros países . Aunque es un poco difícil predecir, sí se cree que ese acuerdo va a tener a 55 países ratificantes y al 55% de las emisiones globales a final de este año o principios del entrante. [Con ese porcentaje] va a poder entrar en vigor tres años antes de lo que se pensaba.
Esa labor de diplomacia que usted ejerció en París, el haber negociado ya con todos los países, ¿cree que es el gran valor para su candidatura?
Creo que no es fundamental pero sí me ayuda mucho. Me parece que yo aprendí mucho ahí, también los gobiernos y los países me conocen bien porque trabajé muy de cerca con ellos. Los gobiernos saben que soy imparcial, los gobiernos saben que soy muy transparente, que soy justa, que pueden trabajar conmigo y yo con ellos, y esa colaboración me parece absolutamente fundamental para una secretaria general.
¿Cómo es el trabajo de diplomacia en mitad de la vorágine de una Cumbre del Clima como la de París, con los ojos del mundo mirando?
Ahí es donde se prueba si uno puede seguir con esa labor de buscar puentes, abrir diálogo… es precisamente en esos momentos difíciles.
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