A pesar de que el nuevo borrador del acuerdo climático reconoce 1.5°C como un límite recomendable, el resto del texto no nos asegura lograr esta meta.
“La ciencia es clara: para lograr la meta de temperatura de 1.5°C, necesitamos un objetivo de largo plazo de cero emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para el 2050, lo que no existe en el actual borrador del acuerdo”, fue la conclusión del evento “Evaluación desde la ciencia del último borrador del acuerdo climático” que se llevó a cabo en la sede de Le Bourget en París, en el marco de la COP21.
Lea más: Análisis: Avances en el último borrador del acuerdo global sobre cambio climático
Según un reporte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), ningún incremento de temperatura es seguro, pero 1.5°C es más recomendable que 2°C. “Cualquier incremento adicional de la temperatura aumentará el riesgo de impactos severos e irreversibles. El 1.5°C al menos reduciría el riesgo de un marcado incremento del nivel del mar, el derretimiento de los glaciares y los impactos en sistemas únicos amenazados como los corales o las poblaciones de los estados insulares”, indica.
Johan Rockstrom, director ejecutivo del Centro de Resiliencia de Estocolmo, y reconocido por impulsar el enfoque de los límites planetarios, afirmó que “ahora los políticos al menos reconocen la ciencia del 1.5°C como límite recomendado, pero todavía el texto no es coherente con esta meta, además es importante que cualquier límite de temperatura que se escoja (1.5 ó 2°C) sea comunicado como un límite biofísico no negociable”, explica.
Al respecto Hans Schellnhuber, director del Instituto Postdam de Investigación de Impactos del Cambio Climático (PIK), afirmó que si realmente queremos tener una oportunidad razonable de no sobrepasar el 1.5°C, se necesita llegar a cero emisiones de GEI al 2050. En cambio, si se quiere mantener la temperatura por debajo de los 2°C, con los impactos adicionales que eso supone, se debe alcanzar cero emisiones de GEI al 2070.
“El último borrador del acuerdo climático no tiene un objetivo a largo plazo compatible con el 1.5 o los 2°C”, señaló Schellnhuber.
Para Rockstrom, cero emisiones o descarbonización total eran mejores opciones a la de neutralidad de gases de efecto invernadero que actualmente figura en el texto, porque la última opción deja abierta la posibilidad a un futuro riesgoso. Schellnhuber agregó que: “para que el 1.5°C que les prometimos a las islas vulnerables se cumpla, tiene que ocurrir una descarbonización completa al 2050, y esto significa que cada país debe tener una meta de cero emisiones al 2050.”
Además Rockstrom recordó que mantenerse debajo de 1.5 ó 2°C no solo significa tener reducciones ambiciosas de GEI, sino también proteger la resiliencia del planeta y la integridad de los sumideros de carbono, tales como los bosques, océanos, sabanas que están en mayor riesgo a mayores temperaturas, incluso la de 1.5°C.
Rockstrom aseguró que para los países latinoamericanos con economías emergentes, es posible que apunten a cero emisiones al 2050, y que además ello les traerá muchos beneficios.
“Para países en vías de desarrollo en Latinoamérica tenemos suficiente evidencia de que las tecnologías basadas en energía renovable y sistemas de energía renovable -que no generan GEI- son escalables, más efectivas para aliviar la pobreza y económicamente competitivas en comparación a los combustibles fósiles. No hay ninguna excusa hoy en día para decir que no podemos adoptar sistemas de energía limpia”, sostuvo Rockstrom.
Agregó que se debe reconocer que muchos países en el mundo están en una transición energética -como Brasil- y que todavía dependen de los combustibles fósiles. “Debemos respetar que esta transición les tomará un poco de más tiempo a los países en vías de desarrollo. Es por eso que países desarrollados como Estados Unidos y la Unión Europea deben ir mucho más rápido en su descarbonización. Es una cuestión de equidad”, finalizó.