El científico Germán Vargas Cuervo explica cómo y por qué el incremento de gases de efecto invernadero ha sigo una de las causas de la tragedia en Colombia. Asimismo insta a mejorar los sistemas de alerta.
El número de muertos por la tragedia de Mocoa en Colombia asciende a más de 300 y, de acuerdo con las autoridades, este número seguirá aumentando en los últimos días, conforme avanzan las labores de búsqueda de los desaparecidos y la remoción de los escombros que quedaron en la capital del Putumayo tras la ‘avenida torrencial’ ocurrida el pasado sábado.
Ese es el término científico que se usa para designar este tipo de acontecimientos, al que la gente se refiere como avalanchas. La diferencia está en que, como lo explica el geólogo Germán Vargas Cuervo, la palabra avalancha se utiliza para designar los deslizamientos de material en zonas nevadas, mientras que las avenidas torrenciales son los crecimientos en los niveles de las aguas de un río, las cuales no pueden ser contenidas y generan una gran destrucción en las poblaciones cercanas.
Vargas Cuervo, profesor del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional, asegura que, si bien no hay registros humanos de fenómenos como este en la historia reciente del río Mocoa, la información geológica sí ha demostrado que esta no es la primera vez que algo parecido ocurre. Según el científico, en la actualidad y con el cambio climático, las poblaciones ubicadas en zonas similares deberán mejorar considerablemente sus sistemas de alerta.
¿Cuál es la explicación científica de lo que pasó en Mocoa?
Mocoa está situada en un lugar que la hace altamente vulnerable a fenómenos asociados al cauce del río Mocoa, donde convergen otras tres corrientes principales: los ríos Taruca, Sangoyaco y Mulato. Es una zona de la cordillera con una morfología compleja y abrupta, en donde los bosques primarios han sido afectados por la deforestación. Con la situación actual del cambio climático y la presencia de lluvias intensas y de alta duración, se descargó mucha agua sobre las cuencas y todas las rocas del fondo empezaron a empujarse unas a otras con mucha energía, como si se tratara de un dominó. Cuando el río llega donde hay un cambio de pendiente, como el valle en el que se encuentra Mocoa, el material se sale de su cauce y ahí es donde se forman las avenidas torrenciales. La acción de ese lodo, arena, piedras y árboles afecta con su energía cualquier cosa que exista a su paso.