El periódico ofrece datos sobre la concentración de dióxido de carbono, temperaturas históricas, calidad del aire y agua embalsada
El intuitivo científico prusiano Alexander von Humboldt esbozó una preocupante teoría hace más de dos siglos: la acción del ser humano puede influir en climas locales y modificarlos. Lo hizo durante su fructífero viaje de exploración por Latinoamérica, a comienzos del siglo XIX, al observar las técnicas agrícolas empleadas por los colonos. Ahora hay una práctica unanimidad en el mundo científico: la Tierra está inmersa en un cambio climático inducido por la acción del hombre, en concreto, por los gases de efecto invernadero que expulsa en su actividad cotidiana y que provocan que se sobrecaliente el planeta.
Lo que hace solo dos o tres décadas eran solo hipótesis sobre el incremento medio de las temperaturas y el aumento de los fenómenos extremos (como las olas de calor, los huracanes o las sequías) se confirman casi cada día. Por ejemplo, mientras el planeta vivía el junio más cálido desde que hay registros, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera (el principal gas de efecto invernadero) alcanzaba en mayo unos niveles nunca vistos desde que el ser humano pisa la Tierra.
En respuesta a esta crisis climática y medioambiental, EL PAÍS ha decidido modificar la información sobre el tiempo que lleva ofreciendo a sus lectores desde que hace más de 43 años salió por primera vez a la calle. La sección del periódico en su edición impresa, que coordina el físico experto en meteorología Jorge Luis Ron, experimenta desde una total renovación para incluir, además de la previsión diaria, indicadores medioambientales como la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, calidad del aire, temperaturas medias históricas y niveles de agua embalsada. “Por un lado se quiere dar un contexto climático a la información meteorológica”, explica sobre los cambios Bernardo Marín, subdirector del diario. “Por otro, se quiere concienciar al lector del calentamiento global”.
En su edición digital, EL PAÍS incluye también desde esta semana un especial, elaborado por el equipo de datos que dirige Daniele Grasso, que permite comparar las últimas temperaturas registradas en 56 ciudades españolas, con la serie histórica en la misma fecha del año. El lector podrá comprobar así si el calor o el frío que hace un día cualquiera en su localidad son extraordinarios, o si se corresponden con los habituales en esa época. Este desarrollo digital es el primero de otros proyectos de datos sobre meteorología y medio ambiente que verán la luz en los próximos meses.
“Es fundamental que se ayude a contextualizar la información del tiempo”, opina sobre los cambios Cristina Monge, politóloga y miembro de la organización ecologista Ecodes. “El tiempo deja de ser así solo una información de servicio y se ayuda a comprender cómo está cambiando el clima”, añade esta especialista en comunicación sobre cambio climático. Monge recuerda que diarios fuera de España, como The Guardian, ya ofrecen algunos indicadores similares.