Un equipo de investigación determinó que el cambio de suerte de los alces en las regiones gélidas se debe a razones climáticas y no a la caza, como se pensaba hasta ahora.
A principio del siglo XX, los alces estaban en serios problemas para sobrevivir. Con inviernos largos y capas gruesas de nieve cubriendo los arbustos, el número de estos animales iba en descenso en Alaska.
Ahora, con el aumento de temperatura global y los veranos más largos registrados en los últimos años, estos mamíferos habitantes de los bosques nórdicos están conquistando grandes extensiones de la tundra en Alaska.
Según un estudio publicado recientemente en la revista Plos One, el cambio climático ha producido un aceleramiento en el crecimiento de las plantas que los alces consumen en invierno.
Y desde 2009, estas criaturas grandes y pesadas se han esparcido por cientos de kilómetros, hacia el norte y oeste, allí donde los arbustos están creciendo.