Científicos de la Universidad Yale, Estados Unidos, sugirieron que uno de los sistemas de circulación oceánica más grandes del planeta no es estable y se debilitaría por el dióxido de carbono atmosférico a tal punto que dentro de unos 300 años llegaría a su fin.
La furia en su máxima expresión de los océanos golpea sin piedad contra el conglomerado de edificios, formando túneles acuáticos en las calles de Manhattan. Pasados unos días, las capas de nieve surgen y se apilan infinitamente, enterrando civilizaciones enteras. Eventualmente, el líquido se convierte en hielo y la vida como se conoce es amenazada por un congelamiento extremo, una era del hielo.
Este apocalíptico escenario se presenta en «El día después de mañana», la película de ciencia ficción de 2004 dirigida por Roland Emmerich y protagonizada por Jake Gyllenhaal. Con un gran éxito en la taquilla, el filme retrata un futuro imaginado consecuente del calentamiento global acelerado. El impacto causado magnificó los debates relacionados al tema. Los especialistas pusieron en la mira su valor científico.
En la cinta, los desastres naturales catastróficos y el intenso enfriamiento ocurren debido a un colapso de una enorme corriente en el Océano Atlántico, una corriente que tiene una función vital para el clima: modera las temperaturas al norte del Ecuador. Entre las consecuencias de un evento de esa índole, América del Norte y Europa quedarían bajo el agua y se teñirían de blanco en cuestión de semanas.
Este terrorífico y ficticio escenario podría no ser tan descabellado. El largometraje puede funcionar como un aterrador espejo de una realidad futura. Es que de acuerdo a un reciente estudio a cargo de un grupo de científicos de la Universidad Yale (Connecticut, EE.UU.) uno de los sistemas de circulación oceánica más grandes del planeta no es tan estable como indican los actuales modelos meteorológicos.
La Circulación Atlántica Meridional de Retorno (AMOC, por sus siglas en inglés) es un sistema de aguas profundas por el que fluye el agua caliente, lo que contribuye a regular el clima de la Tierra. Según el esquema actual, que analiza el presupuesto de agua dulce con base en las observaciones, la AMOC puede disminuir en intensidad, pero después de ello se vuelve a recuperar.
Sin embargo, los especialistas estadounidenses retomaron la teoría, corrigiendo los márgenes de error del modelo y mostrando que la AMOC continuaría debilitándose, para dentro de aproximadamente 300 años llegar a su fin. La investigación, publicada en la revista Science Advances, arribó a estos resultados podría suceder debido a los cambios climáticos frutos de los aumentos drásticos del dióxido de carbono atmosférico.