El transporte inteligente en relación con el clima es una pieza clave del rompecabezas del desarrollo sostenible.
Cuando se trata del cambio climático, el sector del transporte es a la vez víctima y victimario. Por un lado, la infraestructura de transporte es particularmente vulnerable a los efectos del cambio climático, como las temperaturas más altas, el aumento de las precipitaciones y las inundaciones. Al mismo tiempo, el transporte es responsable del 23 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GHG) relacionadas con la energía, y es uno de los sectores donde las emisiones están aumentando más rápidamente. Esta estadística por sí sola deja bastante claro que no habrá progresos significativos en las medidas climáticas sin una movilidad más ecológica y sostenible.
Sin embargo, antes de la COP21, el sector del transporte estaba visiblemente ausente de las conversaciones sobre el clima. La presencia fuerte y estructurada que observamos el año pasado en París y este año en Marrakech es finalmente proporcional a la urgencia necesaria para abordar los temas relacionados con el transporte en la agenda climática.