La probabilidad de tales fenómenos extremos se ha multiplicado por 100 en un siglo, además de comprobarse un gran aumento de las temperaturas, señala un análisis urgente.
India y Pakistán, Europa y ahora Alaska. Las olas de calor este verano se están mostrando con toda intensidad en varias partes del mundo. Un análisis urgente de la última que recorrió Europa a finales de junio por parte de un equipo internacional de expertos muestra claramente un gran aumento de la probabilidad de este fenómeno extremo debido a las condiciones atmosféricas de calentamiento global por la actividad humana, y unas temperaturas reales que exceden en cuatro grados de media las del siglo pasado.
Los autores del análisis recuerdan que la ola de calor de junio en Europa batió varias marcas históricas de temperatura en amplias zonas de Francia, Suiza, Austria, Alemania, España y la República Checa. La última vez que sucedió esto en buena parte de Europa fue en 2003 y el análisis estadístico posterior atribuyó 70.000 muertes a este fenómeno. En Austria y Holanda, este mes de junio ha sido el más caluroso de los datos históricos, en gran parte debido a esta ola de calor.
El trabajo se ha centrado en Francia, donde se alcanzaron 45,9 grados cerca de Nimes, y en una de sus ciudades, la de Toulouse, sobre todo debido a que gran parte de los autores estaba allí asistiendo a un congreso sobre fenómenos extremos climáticos. Las conclusiones las publica la organización World Weather Attribution y deben de ser revisadas antes de su publicación definitiva.
La probabilidad de que haya una ola de calor en la actualidad en verano en Europa es 100 veces mayor que en 1901, concluye el análisis, y el aumento de la temperatura durante este episodio es de 4 grados respecto a esa fecha. En cuanto a la contribución de la crisis climática, para Francia concretamente, se estima por lo bajo en una probabilidad cinco veces mayor, que podría ser de hasta 100 veces mayor, aunque la incertidumbre en las simulaciones impide por ahora ir más allá. Sin embargo, se confirma absolutamente la tendencia al alza en la frecuencia de las olas de calor en Europa. En cuanto a Toulouse, los resultados son muy parecidos aunque aumenta ligeramente la incertidumbre al reducirse el territorio estudiado.
Las incertidumbres persisten en gran parte porque no se dispone de datos históricos fiables más que desde hace poco más de medio siglo (1947-2019) y porque los modelos climáticos minusvaloran sistemáticamente fenómenos extremos cortos y poco habituales como las olas de calor frente a los datos reales obtenidos cuando se producen.
Los expertos tienen interés en analizar lo sucedido en junio porque las olas de calor durante ese mes tienen mucho más impacto que las de julio y agosto, debido a que hay una mayor actividad de la población, incluida la escolar, y los efectos sobre la salud son mayores. Precisamente para poder evaluar después los efectos sobre la salud tienen en cuenta en su análisis el periodo de tres días en los que la temperatura media fue la más alta, y no las temperaturas máximas y mínimas de cada día.