Este año se han publicado terribles predicciones sobre el cambio climático que contrastan con los tímidos avances en energías limpias, en el almacenamiento de carbono y en las negociaciones internacionales para reducir las emisiones.
En 2014, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) emitió serias advertencias tras su última evaluación de la ciencia del clima y proyectó resultados potencialmente catastróficos si las emisiones de gases de efecto invernadero no se controlan.
El IPCC halló, entre otras cosas, que los cultivos podrían verse gravemente afectados, algo que está impulsando a países como China a pasarse a los cultivos modificados genéticamente, entre ellos el trigo, el arroz y el maíz.
Según la web Technology Review, la ONU también encontró que el coste de limitar las concentraciones de gases de efecto invernadero a un nivel que mantenga el calentamiento global por debajo de 2°C podría ser más del doble si no se despliega la captura y almacenamiento de carbono (CAC). El pronunciamiento fue seguido por la noticia de que había entrado en funcionamiento la primera planta de carbón comercial con CAC, un proyecto en Saskatchewan (Canadá) mostrado aquí. Sin embargo, este logro también sirvió para mostrar lo lejos que sigue estando la implementación masiva de la tecnología.