(Foto: Ian D. Keating)
Este es el drama que afrontan tres comunidades de Alaska que se ven obligadas a reubicarse en otros lugares porque las consecuencias del cambio climático han tornado inhabitable el lugar donde vivían.
Esau Sinnok solo tiene 19 años y ya le ha dado tiempo a ver como el mar se ha tragado tres campos de fútbol en los que ha jugado desde pequeño; tan pronto como sea posible él y el resto de los 649 habitantes de Shishmaref (Alaska) deberán abandonar la tierra que habitan desde hace miles de años.
Hogar de la comunidad esquimal Iñupiaq, Shishmaref, una isla situada a siete kilómetros del continente, al norte del estrecho de Bering que separa Estados Unidos de Rusia, ha perdido un kilómetro de costa en los últimos 50 años, la mitad lo ha visto Sinnok en sus menos de dos décadas de vida.
Su madre, explica a Efeverde, duerme más tranquila desde que el pasado verano vino a estudiar a Fairbanks, la ciudad más grande del centro de Alaska, porque como muchas otras mujeres de Shishmaref vive con la angustia de que una ola arrase la comunidad y se lleve por delante a sus hijos.
El cambio climático ha elevado la temperatura en Alaska entre 2 y 3 grados en el último medio siglo, más del doble que la media del resto del planeta, derritiendo la capa de hielo que ejercía de barrera protectora frente a la erosión y el impacto de tormentas que ahora devoran, con su acción conjunta, las comunidades costeras.
En 2001, Shishmaref votó reubicarse en tierra firme, a varios kilómetros de la costa, “una decisión inevitable pero para la que ninguno estamos preparados”, lamenta Sinnok.
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