Por Anna Pérez Català – Adopt a Negotiator – @annaperezacatala Las negociaciones de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) siguen avanzando hacia la meta de París. Después del fracaso de la Cumbre de Copenhague en 2009, todos los países acordaron en Durban (2011) construir un nuevo proceso que les llevara… Ver artículo
Por Anna Pérez Català – Adopt a Negotiator – @annaperezacatala
Las negociaciones de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) siguen avanzando hacia la meta de París. Después del fracaso de la Cumbre de Copenhague en 2009, todos los países acordaron en Durban (2011) construir un nuevo proceso que les llevara a un acuerdo global de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Después de cuatro años de negociaciones, este noviembre se celebrará la COP21, la 21ª Conferencia de las Partes, que culminará este largo proceso.
Durante estos 21 años de negociaciones, éstas se han vuelto muy complejas y han ido incorporando nuevos temas. A la agenda que pretendía reducir emisiones que generan el cambio climático, ahora también se le suma la adaptación a su impacto, la ayuda a los países más vulnerables, además de tener en cuenta temas de género y derechos humanos en el diseño de políticas.
Para entender como será el acuerdo final en París este noviembre, es necesario entender algunos de los conceptos que se discuten en el texto negociado.
1. Ciclos de cinco años
La principal rama de negociación en la conferencia es lo que se conoce como mitigación del cambio climático, es decir, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Durante los últimos meses, los países han presentado sus contribuciones de reducción, dónde detallan cuánto van a reducir sus emisiones, en qué año y en base a qué año. Por ejemplo, la Unión Europea se ha comprometido a reducir sus emisiones en un 40% para 2030, comparado con las emisiones del año base 1990.
El problema que supone, que cada país presente su propia contribución es que la ambición de estas propuestas puede ser baja, de forma que existe el peligro de que no consigamos reducir suficientemente las emisiones de acuerdo a lo que los científicos consideran adecuado para el planeta.
Estos ciclos además podrían revisar otros aspectos, por ejemplo, asegurando que los países en vías de desarrollo reciben financiación para implementar sus medidas, o ayuda en concepto de construcción de capacidades o transferencia de tecnología.La discusión alrededor de los ciclos de cinco años intenta solventar este problema. La propuesta consiste en que cada cinco años se revisen estas contribuciones, de forma que sepamos si se han cumplido los objetivos, y que sea necesario presentar un nuevo objetivo de reducción para cinco años más.
2. El objetivo a largo plazo
Está muy bien entender la necesidad de asegurar una revisión periódica de los objetivos de reducción de emisiones, pero también es importante tener una visión a largo plazo de a qué queremos tender y cómo.
Esto es lo que proponen las partes del texto negociado que se refieren al objetivo de largo plazo: tener un objetivo, una idea, una tendencia a seguir. A veces se refieren a ello hablando de ‘decarbonización’ de la economía, que significa reducir gradualmente las emisiones de carbono que sustentan el sistema económico; a veces como desarrollo bajo en carbono, o desarrollo sostenible. Lo importante no es el nombre, sino que implique un abandono gradual de los combustibles fósiles y una tendencia hacia un mundo renovable.
3. Pérdidas y daños
El mecanismo de perdidas y daños es uno de los que más ha avanzado estos días de negociaciones. La idea de este mecanismo es que, aunque ahora mismo las emisiones fueran cero, la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera es tal que igualmente sufriríamos los impactos del cambio climático. Por eso es importante reducir emisiones rápidamente, pero también pensar mecanismos para adaptarnos y protegernos de las consecuencias que ya estamos notando. Sin embargo, hay impactos a los que no podemos adaptarnos: ¿Cómo se adapta la República Dominica a los huracanes cada vez más potentes? ¿Cómo de adapta Tuvalu y Kiribati a la subida del nivel del mar que hará desaparecer sus islas?
Es precisamente para este tipo de casos, los que van a suceder debido a la falta de acción, para los que el mecanismo de perdidas y daños pide que haya un fondo especial, de forma que estos países extremamente vulnerables puedan recuperarse de los grandes impactos con ayuda internacional.
4. Diferenciación
Las negociaciones siguen girando alrededor de una cuestión: quién empieza a reducir emisiones, quién lo tiene que hacer con mayor intensidad y quién da dinero a quién. La cuestión de la ‘diferenciación’ es la que define estos parámetros.
En el Protocolo de Kyoto (1997), el único acuerdo de reducción de emisiones de las Naciones Unidas, incluye un anexo en el que se listan los países que deben reducir emisiones, básicamente los países desarrollados en aquel entonces.
Desde entonces se han usado muchas fórmulas para repartir las responsabilidades: podrían ser para todos por igual, dividiendo países en desarrollo de países desarrollados… La propuesta más común es lo que se conoce como “responsabilidades comunes pero diferenciadas”, que significa que todos los países deben contribuir en la lucha contra el cambio climático, pero algunos con mayor ambición que otros.
5. Workstream 2
El acuerdo de París debería cerrarse este 2015, pero entraría en vigor en 2020. Esto dejaría cinco años, de 2025 a 2020, sin ningún compromiso ni acción de reducción de emisiones global. Es por eso que se decidió crear el Workstream 2 (la corriente de trabajo 2), donde se trabajan temas de ambición en reducción de emisiones a corto plazo. Muchas veces las negociaciones sobre este tema se centran en compartir experiencias de buenas practicas y organizar revisiones técnicas.
6. 100 millones de dólares en financiación
La financiación es uno de los temas más complejos de las negociaciones de cambio climático. Los países en desarrollo piden financiación a los desarrollados para poder implementar sus planes de mitigación de emisiones y adaptación al cambio climático. Es por eso que se creó el Fondo Verde para el Clima, para dar soporte a proyectos, programas, políticas y otras actividades en países en desarrollo, a través de diferentes temáticas preestablecidas.
Para asegurar que hay financiación a largo plazo, los países desarrollados se comprometieron a aportar 100 millones de dólares al Fondo Verde para el Clima para 2020, tanto de fuentes privadas como públicas.
Nota originalmente publicada en United Explanations.
(Foto: Flickr de IISD Reporting Services)