Todo lo relacionado con la producción animal tiene una huella de carbono más elevada mientras que en el otro lado de la balanza están los productos agrícolas.
Nuestra dieta también influye en el avance del cambio climático, pero no todos los alimentos lo hacen por igual. Su mayor o menor contribución al calentamiento global depende de las diferentes fases por las que pasan los ingredientes de nuestra comida hasta que llegan al plato: producción, almacenamiento, elaboración, transporte, preparación… En cada una de estas etapas se liberan gases de efecto invernadero a la atmósfera.
El estudio de The Lancet Alimentos, planeta y salud estima que los sistemas de producción de alimentos provocan entre el 25% y el 30% del efecto invernadero, una cifra sólo superada por el sector energético y que se prevé que se incremente en los próximos años a medida que aumente la población mundial. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), hay que aumentar la producción de alimentos un 60% para mantener el ritmo del crecimiento demográfico.
A continuación un listado con algunos de los tres alimentos principales contribuidores del cambio climático y los tres que menos.
Los que más:
Ternera. “El ganado bovino es el que más superficie necesita, el que más gases emite y el que tiene un efecto más negativo sobre el clima”, afirma Abel Mariné, miembro de la Associació Catalana de l’Alimentació (IEC) y profesor emérito de nutrición y bromatología de la Universitat de Barcelona. “En general, toda la producción de carne implica grandes emisiones”, añade Mariné.
Mantequilla. No solamente la carne es una gran contribuidora al cambio climático: “Todo lo relacionado con la producción animal tiene una elevada huella de carbono”, señala José María Gil, director del Centre de Recerca en Economia i Desenvolupament Agroalimentari (UPC-IRTA) y catedrático de la Universitat Politècnica de Catalunya. De los productos derivados de la ganadería, dejando a un lado la carne, la mantequilla es la más contaminante, según un proyecto europeo elaborado por el instituto finlandés Luke y en el que participó Gil.
Aguacate. La fruta, en general, no se encuentra entre los mayores contribuidores al cambio climático, pero la huella de carbono de los alimentos varía notablemente en función del transporte desde el lugar de producción hasta el de consumo. El aguacate es producido principalmente en Sudamérica, América Central y en algunos países del Mediterráneo, así que es un producto de importación. Por otro lado, la creciente demanda de esta fruta provoca que los principales países productores, entre ellos México, estén propiciando la deforestación de grandes zonas boscosas para dedicarlas a su cultivo.