Foto: Barefoot College
Cinco mujeres de la provincia de Candarave, ubicada en Tacna (Perú) viajaron a India para capacitarse y aprender a instalar paneles solares. La enseñanza obtenida ha permitido que 272 familias cuenten con luz eléctrica y mejoren su calidad de vida. Los paneles solares evitan el incremento de gases de efecto invernadero y permiten hacerle frente al cambio climático.
En el Día de la Mujer, recordamos esta historia de ConexiónCOP, que ganó en diciembre del 2015 el concurso internacional Voices2Paris, organizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y Oxfam.
Por Pilar Celi Frías (@pilicefri)
Reina Isabel Humiri Mamani (41), con dos hijos y dos nietos, comprendió en el 2011, que algunas veces para tomar decisiones correctas hay que romper estereotipos, vencer los miedos, y apostar por el conocimiento. A pesar de que su madre, sus hermanos, y algunas personas en su comunidad (Tacalaya) se oponían, ella aceptó formar parte del programa Barefoot College, viajó a India por seis meses, y aprendió que la electricidad, con ayuda de paneles solares, puede llegar por medio de la luz solar.
En diciembre del 2011, Reina junto a otras cuatro mujeres de Candarave, se embarcaron en la apuesta de Barefoot College. Esta institución lleva a mujeres de zonas rurales de distintas partes del mundo a Tilonia, una aldea ubicada en India, para que puedan intercambiar experiencias de vida y lo que es más importante, aprendan a instalar y mantener paneles solares – dispositivos que convierten la energía de la radiación solar en electricidad – y así mejoren la vida cotidiana en sus comunidades.
“Al comienzo tenía miedo, porque no sabía lo que podría suceder, mi familia estaba triste, y en la comunidad pensaban que era mentira que regresaría para ayudar, cuando me fui, dijeron: que valiente eres”, sostuvo Reina a ConexiónCOP.
Antes del viaje, los pobladores de las comunidades de Candarave, a partir de las 6 de la tarde – cuando la claridad se pierde – afrontaban continuos problemas debido a la falta de luz.
“Me animé a viajar a India para poder tener luz, antes usábamos velas o mecheros, para cocinar, para que los niños puedan estudiar o para cuidar a los animales en las noches, pero teníamos que comprar querosene y aspirábamos el humo, que nos provocaba problemas al respirar”, explica Reina.
El sistema de salud Allina Health alerta que la inhalación de humo nocivo puede causar enfermedades en los pulmones y en las vías respiratorias, además la Organización Mundial de la Salud sostiene en un informe que anualmente mueren en todo el mundo alrededor de 96.000 niños por consecuencia de quemaduras causadas por el fuego, que puede derivar entre otros del uso de mecheros.
Para llegar a ser parte de Barefoot College, Reina tuvo un vuelo de casi 30 horas. Dejó a su familia, llegó a India, y cambió su dieta. En Tilonia, Reina explica que compartió con mujeres de diferentes partes del mundo, conoció otras culturas, creencias, ideas, e incluso un nuevo lenguaje, y sobre todo aprendió de ingeniería solar.
“Al inicio al grupo de mujeres peruanas nos chocó muchísimo los cambios que afrontamos. La comida era diferente, el idioma no lo entendíamos, pero los maestros consiguieron un método a través de colores, con el cual nos logramos comunicar y aprendimos a instalar paneles solares.”
En Barefoot College, las mujeres aprenden a través de señas, números y colores. El método utilizado garantiza el aprendizaje, porque algunas mujeres incluso son analfabetas, pero con la ayuda de los maestros, se educan para instalar paneles solares, darse cuenta de las fallas y repararlos. El programa también busca réplica en las comunidades.
Al retornar a sus localidades, Reina y sus compañeras fueron reconocidas como ingenieras, una situación que nadie imaginaba cuando se les propuso el viaje. En cada pueblo se había implementado un “comité solar” para organizar a la población. En enero del 2013 recibieron los equipos importados desde India, que llegaron en “kits” para instalar un sistema solar de baja potencia, destinado a la iluminación eléctrica, con una tecnología basada en focos de tipo LED, que a diferencia de los clásicos, se pueden reparar y no necesitan ser cambiados.
El resultado obtenido es que 1360 personas (272 familias) de 9 comunidades de la provincia de Candarave cuentan con luz eléctrica, gracias a la instalación de casi 400 equipos solares. Alicia Condori Quispe, que formó parte del equipo coordinador de Barefoot College en Perú, explicó a ConexiónCOP que “el equipo acompañó el proceso de entrega, pero las que instalaron los paneles en las cabañas de las familias fueron las cinco ingenieras. Cada beneficiario pagó 35 soles para la instalación, y cada mujer pudo instalar hasta 4 sistemas diarios, los beneficiarios quedaron muy satisfechos”.
Sin embargo el mantenimiento de los paneles solares a lo largo de los años es un aspecto que todavía falta mejorar. Los altos costos en el transporte, la falta de presupuesto y de gestión en las comunidades han significado un problema para poder contratar periódicamente a las ingenieras. A pesar de ello, nuevos pobladores han solicitado sistemas adicionales, lo que demuestra que los beneficios opacan a los obstáculos. Como primer paso, las ingenieras capacitaron a los beneficiarios sobre el mantenimiento básico de los sistemas, y ahora pueden realizar reparaciones simples de manera autónoma.
Candarave es una provincia particularmente vulnerable al cambio climático. La zona se encuentra entre 3500 y 4800 metros sobre el nivel del mar, y los pobladores se dedican principalmente a la crianza de trucha y camélidos, estos últimos golpeados por el aumento de gases de efecto invernadero (GEI), dado que las heladas y sequías se acentúan por efecto del cambio climático y afectan a sus alimentos.
Con la llegada de la electricidad solar, los niños de Candarave pueden estudiar en sus casas con una iluminación adecuada y mejorar sus resultados escolares. La salud de los pobladores también ha mejorado, porque ya no respiran el humo de las velas y mecheros. Además, se generó un ahorro económico importante para las familias, dado que los sistemas de iluminación que usaban antes resultaban muy costosos.
Los pobladores tomaron iniciativas propias y llevaron la electricidad también fuera de las casas, logrando un incremento de la productividad en actividades tradicionales. Policarpio Pariguana, propietario de un criadero de truchas, instaló cinco paneles solares, que le permiten alimentar a sus peces por la noche y madrugada con buena iluminación.
Del mismo modo, explica Reina, los comuneros que se dedican a la crianza de camélidos como ella instalaron los sistemas de iluminación solar para proteger a sus alpacas por las noches, y evitar que los zorros – que usualmente se comen a las crías – se acerquen. Otra iniciativa fue la que tomaron los padres de familia de la comunidad de Marjani, quienes recolectaron dinero para pagar la instalación del sistema solar en la escuela comunal.
Rodrigo París Rojas, periodista, politólogo, diplomático y director para Latinoamérica de Barefoot College, explicó que cuando las mujeres retornan a sus casas se convierten en personas transformadoras que iluminan su vida.
“Cuando retornan a sus hogares las mujeres quieren acabar con el consumo de gasolina o querosene, que les da una luz tenue y que genera emisión de CO2, también quieren dejar atrás los riesgos de accidentes, y los problemas para la salud de los niños por la cantidad de humo que existen, con la ayuda de las ONGs y entidades estatales se facilita el programa”, sostuvo Rodrigo París Rojas.
En las economías desarrolladas y en desarrollo, el acceso a la energía es muchas veces, la diferencia entre la pobreza y el bienestar. Precisamente en esa diferencia, radica la importancia del programa Barefoot College, que apuesta por el conocimiento y el empoderamiento de las mujeres.
Rodrigo París explicó que en el viaje a India, las mujeres rurales aprenden a luchar, a superar retos, y se dan cuenta de que cambiar para mejorar es posible.
Un componente clave en el Barefoot College es que las estudiantes sean exclusivamente mujeres, porque hay un sentido filosófico que indica que se tiene muy claro que las mujeres son el centro de las comunidades. “Las mujeres son generosas, son madres y abuelas. Son grandes contadoras de historias, comparten el conocimiento entre ellas, garantizan que no se va a difuminar, y están pensando en trasformar su entorno”, finalizó Rodrigo París Rojas.
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