Corregir el rumbo y evitar un aumento de 2° C en la temperatura costaría US$ 5,3 billones anuales.
Sequías que matan los cultivos y el ganado, inundaciones que arrasan el campo, temperaturas que obligan a usar la calefacción o el aire acondicionado… Entonces, el precio de los alimentos sube, se hacen obras para mitigar los daños, y las enfermedades aumentan. El cambio climático le sale caro al mundo.
“Con el incremento en la temperatura, mucha del área ecuatorial será inhabitable y habrá desplazamientos masivos de personas, con los conflictos que eso suele traer”. Ese es el vaticinio de Nicholas Stern, miembro de la junta del Instituto del Cambio Climático de la London School of Economics (LSE), ex vicepresidente de desarrollo económico y execonomista en jefe del Banco Mundial.
La transformación debe ser rápida, pues la meta es evitar que la temperatura global se incremente dos grados antes de que finalice este siglo. De lo contrario, las consecuencias serán catastróficas no solo para el medioambiente, sino para la economía mundial.
Stern asegura que para reducir en 25 % las emisiones de aquí al 2050, se requieren tres acciones: controlar las emanaciones de carbono mediante impuestos, regulaciones o cargas, para que las empresas se autorregulen; invertir en el uso e innovación de energías bajas en carbono y, como tercera medida, educar y eliminar las barreras de la eficiencia energética.