(Foto: Flickr de Mike Beauregard).
A grandes rasgos, el permafrost es hielo mezclado con partículas minerales, pero el cambio climático está llevando que este se libere y ocurra una emisión masiva a la atmósfera de gases con efecto invernadero.
A grandes rasgos, el permafrost es hielo mezclado con partículas minerales, y forma una capa bajo la superficie, quedando lo bastante resguardada de los rayos del Sol como para que buena parte del material permanezca congelado de manera ininterrumpida durante miles o incluso millones de años. Tan solo la capa superficial se deshiela durante el corto verano de la región ártica y algunas otras donde el permafrost abunda. La materia orgánica, rica en carbono, que está atrapada más abajo en el permafrost, queda libre cuando este se acaba derritiendo ante un aumento inusual y persistente de las temperaturas. Esta liberación puede acarrear la emisión masiva a la atmósfera de gases con efecto invernadero.
El equipo de Peter Köhler y Gregor Knorr, del Instituto Alfred Wegener (Centro Helmholtz para la Investigación Polar y Marina) en la ciudad alemana de Bremerhaven, ha identificado al permafrost como una posible fuente de dióxido de carbono (CO₂) y otros gases de efecto invernadero que fueron liberados de forma súbita a la atmósfera en grandes cantidades hace alrededor de 14.600 años. Según esta nueva interpretación, el CO₂ liberado durante esa época tuvo supuestamente su origen en el deshielo del suelo de permafrost del Ártico y amplificó el calentamiento inicial a través de una realimentación positiva.
Esta nota sintetiza una información de otros medios de comunicación y tiene como objetivo facilitar la labor de los periodistas y líderes de opinión de América Latina en la cobertura del cambio climático. Se sugiere acceder al medio desde el cual se reproduce la noticia para verificar los permisos de uso.