¿Qué esperan los negociadores de los países industrializados para ponerse los pantalones y asumir ellos también su enorme responsabilidad? ¿Cuántos desastres y evidencias más necesitan para tomarse el cambio climático en serio?
¿Los negociadores indios, canadienses, australianos, estadounidenses… estarán conscientes de lo frustrante que es escucharlos hablar? ¿Estarán cómodos sabiendo lo impotentes que nos hacen sentir sus posiciones en estas negociaciones?
Vamos a hacer un ejercicio en el que ustedes jugarán a ser mis confesores mientras yo les confieso dos de mis pecados, y así aprovechamos a que hoy, 12 de diciembre, ando con aires de sinceridad y con la necesidad de encontrar cómplices.
Pequé de optimista. Antes de llegar y cuando llegué a Lima creía que hoy, día que en teoría terminarían las negociaciones, íbamos a estar cerrando la segunda conformes con los avances que nos aproximarían al anhelado acuerdo climático que deberíamos ratificar en París el próximo año.
Segundo pecado: no me arrepiento del primero. Al conversar con un funcionario de Secretaría (de Naciones Unidas) sobre lo frustrada que me hacen sentir ciertas decisiones de mi país a lo interno, me contestó con una frase usaré para justificar mis faltas: “estás demasiado joven como para perder la esperanza”.
Y es que así somos los jóvenes. Ilusos, obstinados… tercos. Ignoramos a los escépticos que nos repiten: “ya es demasiado tarde”, “durante 20 años se han estado reuniendo y no han logrado un acuerdo que cambie el rumbo del planeta”, “son 195 países negociando, nunca van a llegar a nada”.
Pero hasta los más ingenuos y crédulos llegarían a caer en la desesperanza que provoca escuchar los falsos discursos de compromisos de negociadores de países industrializados, adictos a los combustibles fósiles y el avance a paso de tortuga que se ha tenido en la COP20.
El Grupo Ad-hoc de Trabajo sobre la Plataforma de Durban, o ADP, es el que debe decidir la forma en la que todos los países presentarán, harán cumplir y qué aspectos concretos incluirán en las contribuciones nacionales que aportaría cada país para hacerle frente al cambio climático.
Estas “contribuciones” nacionales (INDC) son la columna vertebral del acuerdo climático que se espera ratificar el próximo año y los países deberán presentarlas en el primer semestre de 2015.
¿Y qué pasa? Ayer, alrededor de las 8:00 pm, solo había consenso en un par de párrafos del documento de 17 páginas. El presidente de la COP20 y ministro de Ambiente de Perú, Manuel Pulgar Vidal, se plantó firme frente a los negociadores con un mensaje: de Lima no salimos con las manos vacías.
Les exigió que se presentara una nueva propuesta de borrador de acuerdo (de siete páginas) que se está discutiendo en este momento (los chicos de Adopt a Negotiator están actualizando acá las posiciones de cada bloque y país según se van discutiendo).
“Se les acaba el tiempo a los negociadores aquí en Lima y aún todo está en el aire”, aseguró Tasneem Essop, Jefa de la Delegación de la Organización WWF. “Estamos preocupados de que el texto preliminar carezca de las acciones necesarias para reducir las emisiones antes de 2020 y evitar que sobrepasemos el límite de 1,5 /2 °C en relación con la temperatura preindustrial. Al parecer, los gobiernos actuales prefieren dejarles a los gobiernos del mañana las decisiones difíciles sobre el cambio climático. Lamentablemente, esta es la receta para una pesadilla climática”.
Durante 11 días (y probablemente hasta el domingo) no hemos parado de escuchar lo mismo: queremos transparencia, estamos trabajando fuerte para encontrar maneras, cada país está haciendo lo que puede.
Pero no. No están haciendo lo que pueden. De ser así, se comprometerían a firmar un acuerdo legalmente vinculante y que nos asegure cumplirán con sus compromisos. Ya pasamos por lo mismo con el fallido protocolo de Kioto donde pocos países desarrollados lo ratificaron y no se obligaba a ningún país en vías de desarrollo como China, India o Brasil (tres de los que más cantidad de gases responsables del cambio en el clima producen) a reducir sus emisiones.
No podemos volver a cometer en mismo error de nuevo. Ya no nos queda tiempo. El acuerdo que se debería firmar en París empezaría a regir en el año 2020, lo que se haga después ya no será suficiente. La temperatura seguirá aumentando, se superarán los 2°C en comparación con la temperatura previa a la revolución industrial y no habrá nada que podamos hacer para detener los daños catastróficos que aumentan cada vez más su violencia y frecuencia.
Me pregunto qué es lo que pasará por la cabeza de los negociadores que hablan sin ninguna vergüenza de “buenas intenciones” pero demuestran su poca disposición. ¿No está ya lo suficientemente claro? El mundo les está gritando que ya fue suficiente y parecen no escuchar.
Mi país pertenece a AILAC, uno de los bloques más visionarios dentro de las negociaciones. Las emisiones de los países de este bloque son ínfimas en comparación con lo que emite China, India o Estados Unidos. Pese a eso, están dejando todo en la cancha para responsabilizase por el desastre que ha creado la raza humana.
No es suficiente que un país o un pequeño bloque se comprometa de lleno a reducir sus emisiones. El planeta no juega así… es todo o nada.
Sería injusto decir que la COP de Lima ha sido una pérdida de tiempo sin logro destacable, porque no es así. Un ejemplo es el haber superado la meta de 10.000 millones de dólares para el Fondo Verde, pero ni este logro es suficiente.
“No se necesita tener un PHD para darse cuenta que el mundo está cambiando. Solo hay que prestar atención”, decía Jhon Kerry, Secretario de Estado de Estados Unidos ayer. “Si usted es uno de los países desarrollados y no están ayudando a liderar, usted es parte del problema”.
Aunque vengo de una generación que no causó esta locura, al igual que yo, hay miles de jóvenes tomando responsabilidad por acciones de generaciones pasadas que lo hicieron todo tan mal. Rehusándose a permitir que esto acabe así y por culpa de la incapacidad de encontrar un consenso que nos convenga a todos.
Países que han tenido poca responsabilidad en el total de emisiones globales lanzadas también se están haciendo responsables. ¿Qué esperan los negociadores de los países industrializados para ponerse los pantalones y asumir ellos también su enorme responsabilidad? ¿Cuántos desastres y evidencias más necesitan para tomarse el cambio climático en serio?