(Foto: Bernal Saborio)
Los aviones emitirán 70 millones de kilos de CO2 extras al año.
Los aviones no sólo utilizan la fuerza de sus motores para volar. Una de las principales claves de los viajes en el aire es la corriente y la fuerza del viento, y ahora estas características fundamentales para la aviación están cambiando debido a los efectos del cambio climático.
En la actualidad, el vuelo entre Londres y Nueva York dura una hora más que el mismo trayecto en dirección contraria. Esto se debe a un fenómeno meteorológico conocido como «corriente en chorro», o jet stream en inglés. Son unos flujos de aire que se producen en ambos hemisferios entre siete y quince kilómetros de altura, formando unos «túneles» de viento.
Javier Villar, piloto y portavoz del Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Oficial, explica que habitualmente los chorros están por encima de los 100 nudos (unos 185 kilómetros por hora), aunque el viento puede alcanzar velocidades mucho más altas. «Se utilizan para intentar aprovechar la corriente a favor y disminuir el tiempo de vuelo».
Ahora, un estudio elaborado por el Departamento de Meteorología de la Universidad de Reading, en Reino Unido, y publicado en la revista Environmental Research Letters, sostiene que el cambio climático generado por el aumento de gases de efecto invernadero está aumentando la fuerza de estas corrientes en chorro. Como resultado, los vuelos de oeste a este se acortarán (el récord actual de un vuelo comercial Nueva York-Londres está en 5h 16m), pero los vuelos este-oeste serán más largos y no compensará el ahorro de tiempo en el trayecto contrario.
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