Los eventos climáticos extremos afectan directamente el bienestar y destruyen los activos de los pobladores. Pueden conllevar a procesos que conduzcan, en el mediano y largo plazo, a un sustancial deterioro de las capacidades y oportunidades en nutrición, educación, ingresos, salud física y mental… y hasta espiritual.
Por David García Fuentes – Generación +1
En el 2011 me topé con una noticia que no logré borrar de mi conciencia. En ella, investigadores australianos indicaban en qué medida el cambio climático afectaba la salud mental de las personas. El estudio «El daño causado por el cambio climático no es sólo físico» argumentaba que el impacto de los eventos relacionados con el clima se veía reflejado también en el ámbito psicológico, en el ánimo y la salud mental de una comunidad, en efectos tales como el duelo, la depresión, los trastornos de estrés postraumático. Los efectos emocionales y psicológicos causados por los desastres naturales extremos pueden persistir por varios meses, e incluso años, y provocan un aumento en el consumo de alcohol y drogas, comportamientos violentos, ruptura familiar e incluso puede elevar la tasa de suicidio.
Los niños son más vulnerables a la ansiedad previa al desastre y las enfermedades causadas por el evento traumático, se explica en un informe publicado por el Instituto de Investigación del Cerebro y la Mente de la Universidad de Sidney.
«La experiencia reciente muestra que los eventos climáticos extremos también representan un riesgo grave para la salud pública, incluida la salud mental y el bienestar de la población, con graves consecuencias para la economía y la sociedad en general», se lee.
El estudio fue realizado en Australia, país que sufrió una de las peores sequías en su historia, además de incendios e inundaciones, en los últimos años. Estos desastres naturales cobraron muchas vidas y causaron daños por miles de millones de dólares, pero, como lo demuestra este estudio, generó también daños a niveles mucho más intangibles.
Entre 1980 y 2012, el Índice de Desarrollo Humano del Perú (IDH) mejoró 28% en promedio de todas las regiones evaluadas. El IDH 2013 muestra que la mayor parte de los departamentos y las provincias del Perú han mejorado en desarrollo humano: sólo 25 de las 195 provincias del Perú redujeron su IDH entre 2011 y 2012, y 38 tuvieron crecimientos de su IDH superiores a 5% en el mismo período. Los IDH más bajos siguen localizados en la sierra y, especialmente, en los territorios con predominancia rural. la esperanza de vida al nacer aumentó en 14,2 años; la escolaridad de los peruanos se incrementó en 3,2 años y el Ingreso Nacional Bruto per cápita aumentó en alrededor de 60%. Sin embargo, el progreso logrado podría verse en riesgo por los efectos negativos del cambio climático, según el informe anual del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lanzado en Lima en el 2013.
Los eventos climáticos extremos afectan directamente el bienestar y destruyen los activos de los pobladores, pueden conllevar a procesos que conduzcan, en el mediano y largo plazo, a un sustancial deterioro de las capacidades y oportunidades en nutrición, educación, ingresos, salud física y mental (y hasta espiritual). El Perú, frente al cambio climático, es uno de los países más vulnerables: se combina una alta exposición y sensibilidad natural, con débiles capacidades de respuesta frente desastres.
En general, las personas que habitan en países en vías de desarrollo corren un riesgo mayor de ser afectadas por los desastres que aquellas que viven en países desarrollados, según el World Economic Forum. ¿La razón? Carecen de la infraestructura adecuada y de la capacidad para enfrentar las sequías e inundaciones extremas, así como el creciente estrés hídrico, los problemas en la provisión de energía y el impacto del cambio climático en la reducción de la producción agrícola. El cambio climático afecta al desarrollo humano de manera diferenciada, con mayores impactos en los sectores más vulnerables y pobres de la población acentuando los problemas de equidad y acrecentando las brechas sociales. Asimismo, repercuten en daños colaterales de la salud mental de la población.
A pesar del progreso económico del Perú, el lugar de nacimiento sigue siendo determinante en las oportunidades y la libertad que tienen las personas para elegir la vida que desean. El IDH 2013 muestra que la mayor parte de los departamentos y las provincias del Perú han mejorado en desarrollo humano: sólo 25 de las 195 provincias del Perú redujeron su IDH entre 2011 y 2012, y 38 tuvieron crecimientos de su IDH superiores a 5% en el mismo período. Los IDH más bajos siguen localizados en la sierra y especialmente en los territorios con predominancia rural. Las 20 provincias con IDH más bajo están en los departamentos de La Libertad (4), Cusco (4), Apurímac (3), Ayacucho (3), Piura (2), Huánuco (2), Áncash (2) y Amazonas.
En los últimos 2 años, se han desencadenado eventos de extrema intensidad, habiendo impactado a distintas regiones del país: la cota más alta registrada en el río Amazonas inundó la ciudad de Iquitos en abril del 2012; la crecida más grande registrada en el río Rímac amenazó la capital en diciembre del mismo año; la lluvia más intensa y prolongada registrada en Arequipa afectó seriamente la ciudad en febrero del 2013; y en el sur andino una nevada sin precedentes acumuló durante 48 horas un metro y medio de nieve en la provincia de Carabaya (Puno) y otras más. Estar expuestos a esos acontecimientos extremos atenta contra su patrimonio y sus vidas con énfasis fuertemente a su poder de resiliencia y salud mental.
En el Perú, la temperatura en los Andes aumentó alrededor de 0,7 °C entre 1939 y 2006. Al finalizar el siglo XXI se produciría un calentamiento considerable de 5 °C a 6 °C en muchas partes de los Andes, y los mayores aumentos sucederían en los puntos más elevados de la Cordillera Blanca. Si vemos el informe de IDH 2013, es en la zona alto andina donde se sitúa las poblaciones más pobres y vulnerables; y que cuentan con muy poca capacidad adaptativa y de respuesta frente a eventualidades extremas, exponiéndose a poner en riesgo su integridad en general. Todo esto refleja el informe sobre Desarrollo Humano (IDH) Perú 2013 Cambio climático y territorio: Desafíos y respuestas para un futuro sostenible.
Existen tres ejes principales de políticas que deberían aplicarse transversalmente para lograr mejoras. El primero es la información e investigación, pues para poder predecir y mitigar los efectos del cambio climático, son necesarios estudios adecuados a la diversidad de climas, pisos ecológicos y condiciones socioeconómicas que caracterizan al territorio nacional. El segundo es la construcción de una institucionalidad estatal con capacidad de gestión territorial y articulación transversal para enfrentar los retos del cambio climático. Finalmente, se requiere un soporte financiero y presupuestal para implementar las políticas planteadas en materia de adaptación y mitigación del cambio climático.
Los impactos del cambio climático sobre el desarrollo humano y la salud mental se encuentran directamente ligadas y en el Perú afecta en múltiples formas a la población, a su patrimonio, a las actividades económicas a la infraestructura y a los ecosistemas.
Los indicadores de desarrollo económicos y los IDH han ido avanzando, sin embargo estos logros alcanzados con gran esfuerzo se encuentran, sin embargo, bajo una amenaza real y enorme: el cambio climático puede paralizar y revertir estos avances.
Los conocimientos acumulados hasta hoy sobre el cambio climático permiten suponer que es posible que se produzca un escenario en el que los trastornos del clima, derivados del incesante calentamiento global, puedan alcanzar una dimensión capaz de detener y revertir el progreso económico y social del Perú. Dicho de otro modo: en el largo plazo, lo peor está por venir, y esto cobra especial significado cuando de desarrollo humano se trata.
Las crisis climáticas tienen la capacidad de erosionar o destruir las bases de sustento y las capacidades de los más pobres de la sociedad, con el riesgo de lanzarlos a una espiral descendente. Visto los pronósticos climáticos, esta sólo promete empeorar para las generaciones que siguen. Estas son las trampas de desarrollo humano que debemos prevenir, para lo que se debe priorizar y potenciar al factor humano del país con capacidades de respuesta inmediata, recursos financieros, conocimiento e información. El estudio presentado demuestra que en países pobres y con menor capacidad para absorber los efectos negativos de estos eventos, el impacto sobre la salud mental será aún mayor, un daño intangible díficil de medir, y más díficil aún de arreglar.