Monitoreo y mayor información sobre los efectos del cambio climático en Bolivia son reclamados por los ambientalistas. Mientras, los fenómenos sorpresa se vuelven cada vez frecuentes en el país.
Rafael Sagárnaga
El clima está cada vez más raro, por lo menos raro que no cambiado, y más de una voz lo califica de “loco”. Y no es un cuento chino, como bien dirían Donald Trump y algunos de sus acólitos. Es suficiente observar lo que pasa y recordar lo que ha ido pasando en estos meses y años. ¿Alguien recuerda cuándo hubo lluvias en junio en La Paz?
Y tampoco resulta fácil recordar sequías tan prolongadas como la que azotó al país el año pasado. No hubo un verano tan caluroso con récords que en el occidente boliviano bordearon los 27 grados centígrados. Son extraños, mucho más cargados que de costumbre, los caudales de algunos ríos del altiplano. No hay muchos antecedentes de las locas granizadas o feroces ventarrones que sorprendieron a los agricultores. Y sorprende que de pronto hayan aparecido casos de malaria en Oruro, tercas plagas en los cultivos andinos y de corte bíblico en el oriente.
No debían sorprender del todo. Hace años ya que se publicaron diversas investigaciones que alertaban sobre las amenazas del cambio climático mundial para Bolivia. Estudios de Teresa Flores el año 2006, el PNUD en 2008 y 2014, Dirk Hoffman y Cecilia Requena el 2012, entre otros, ya lo alertaron. Y todo eso en un contexto natural agravado porque Bolivia, según diversas investigaciones, resulta uno de los más expuestos al cambio global.
LA VULNERABILIDAD BOLIVIANA
De hecho, Bolivia es considerado el segundo país más vulnerable de Sudamérica y el quinto menos preparado para mitigar los daños del cambio climático. Eso develó en abril una investigación del programa ND-GAIM Country Index, del proyecto Iniciativa de Adaptación Global de la Universidad de Notre Dame (EEUU). El dato corrobora lo que en 2014 advirtió la Organización de las Naciones Unidas (ONU): que Bolivia era uno de los países más expuestos al fenómeno del calentamiento global.
Según el estudio, Bolivia se encuentra en el puesto 124 de 181 países evaluados. En ese marco, constituye el segundo más vulnerable de Sudamérica a ser golpeado por el cambio climático, detrás de Guayana. Es además el quinto menos preparado para mitigar los daños pues Venezuela, Surinam, Guayana Francesa y Guayana están peor capacitados.