137 presidentes y negociadores de 195 países inauguran hoy la COP21, que intentará lograr un acuerdo mundial de reducción de emisiones. Para los países latinoamericanos, la negociación en temas críticos como la adaptación, las pérdidas y daños, el financiamiento y la transferencia tecnológica podría marcar una diferencia radical frente a la crisis climática en los años futuros.
Hoy se inician dos semanas de intensas negociaciones que definirán el rumbo climático del planeta. La COP21, el encuentro global más importante del 2015, espera lograr un acuerdo para aminorar los Gases de Efecto Invernadero (GEI) y resguardar el futuro de la población mundial. El resultado de estas negociaciones verá la luz el próximo 11 de diciembre, cuando se hagan públicos los compromisos acordados por los países.
Sin embargo, ya no se discute sólo la mitigación de los GEI o la adaptación a los impactos del clima. Con los años, las negociaciones han incorporado temas cruciales, como los flujos de financiamiento y ayuda económica a los países más vulnerables, el enfoque de género y de derechos humanos o la reparación de las pérdidas y daños. Sobre estos temas, Latinoamérica tiene posturas diferenciadas de acuerdo a las circunstancias específicas de cada país y grupo.
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El acuerdo mundial y Latinoamérica
El texto borrador que los negociadores trabajarán en París tiene más de 50 páginas y se divide en dos partes. La primera es el llamado Acuerdo de París, un texto generalista, con pocos detalles, pero con una fuerza legal importante. La segunda parte es la Decisión, mucho más detallada pero con menos capacidad de imposición, que es el tipo de texto que se aprueba en cada COP.
Al ser Latinoamérica especialmente vulnerable al cambio climático, los temas más sensibles para el desarrollo que los países de la región esperan ver incluidos en el gran acuerdo mundial son: adaptación, para que las sociedades más vulnerables se adapten a los impactos de los cambios en la temperatura del planeta; financiamiento, para establecer el origen y los flujos económicos para incrementar la resiliencia de los países y construir sociedades bajas en emisiones; y pérdidas y daños, para esclarecer cómo los países más afectados se recuperarán frente a fenómenos climáticos extremos más recurrentes.
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Otros temas importantes para la región son el fortalecimiento de capacidades, un mecanismo que pretende ayudar a los países menos desarrollados a una transición hacia una economía limpia; y la transferencia tecnológica, un sistema para eliminar barreras económicas para cooperar en el desarrollo de la tecnología.
Las posturas particulares de los países Latinoamericanos dependen de su vulnerabilidad ante el cambio climático y de su orientación política. Entre las más importantes posturas de los países y grupos latinoamericanos resaltan las siguientes:
Brasil. Es un actor central en la región, porque sus emisiones de GEI, junto a las de México, representan más de la mitad de las emitidas en América Latina y el Caribe.
Colombia. Plantea la disminución de la deforestación y considera a las áreas protegidas como una solución natural para enfrentar el cambio climático.
AILAC. La Asociación Independiente de América Latina y el Caribe apuesta por el incremento de los Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL) y por los proyectos de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Bosques (REDD+). Representa a los países de Costa Rica, Colombia, Chile, Guatemala, Panamá, Paraguay y Perú.
ALBA. Para la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), es crucial que se encuentre en el acuerdo final el tema “daños y pérdidas”, es decir, los daños producidos por el calentamiento global y a los cuáles un país no se puede adaptar. Representa a Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Venezuela, Dominica y Antigua y Barbuda.