En la COP de este año los países integrantes del Acuerdo de París deben renovar sus compromisos para limitar el aumento de la temperatura media mundial por debajo de los 2°C. El problema es que esos compromisos, por el momento, resultan insuficientes. Según la ONU, los esfuerzos de las naciones deben triplicarse para lograr el objetivo del acuerdo. El Brexit y la destitución de la ministra de Energía británica, además, hacen tambalear el desarrollo ideal de la COP26.
El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, presentó oficialmente la COP26, a realizarse en Glasgow, Escocia, entre el 9 y 19 de noviembre del 2020. El país será anfitrión de la mayor cumbre climática en un año decisivo, luego de una COP25 -presidida por la ministra del Medio Ambiente, Carolina Schmidt- marcada por la intrascendencia y falta de acuerdos ante un crítico escenario ambiental.
¿Y por qué esta COP26 resulta tan decisiva? Porque este año los países deben renovar su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC por sus siglas en inglés).
Los NDC se establecieron en el Acuerdo de París y son un conjunto de medidas tomadas individualmente por cada país firmante del pacto para “mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 ºC con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 ºC”, indica el Artículo 2 del acuerdo.
Los compromisos de las naciones se ponen al día cada cinco años. Glasgow será el lugar donde se verán los remozados NDCs.
El problema viene cuando esos NDC son, por el momento, insuficientes. Más que insuficientes, de hecho. El Informe Anual de Brecha de Emisiones de la ONU alerta que si todos los compromisos se implementan tal cual están, las temperaturas aumentarían 3,2°C.
Si es que se desea mantener el objetivo original del Acuerdo de París, los países deben “triplicar la envergadura de sus NDC si quieren mantenerse por debajo de los 2 °C; para alcanzar el objetivo de 1,5 °C, las contribuciones tendrán que ser cinco veces más ambiciosas”, plantean en el informe.
«Nuestro fracaso colectivo para actuar de manera temprana y dura contra el cambio climático significa que ahora debemos realizar recortes profundos a las emisiones, más del 7 por ciento cada año, si lo desglosamos de manera uniforme durante la próxima década”, advirtió en noviembre del año pasado la directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Inger Andersen.
“Esto muestra que los países simplemente no pueden esperar hasta el final de 2020, cuando vencerán nuevos compromisos climáticos, para intensificar la acción. Cada ciudad, región, empresa e individuo deben actuar ahora”, añadió.
Crispación política
Si la endeble lucha contra el cambio climático no fuese suficiente, la crispación política que se vive en Reino Unido viene a arremolinar aún más el panorama.
«El Brexit de Boris tendrá costos climáticos internacionales, comenzando con la falta de presión sobre Estados Unidos, cuya falta de liderazgo bajo Trump ha permitido un retroceso climático extremadamente peligroso", mencionó el asesor climático en el gobierno de Bill Clinton y observador cercano de las COP, Paul Bledsoe, a The Guardian.
Al Brexit hay que sumarle otra controversia: la destitución de Claire O’Neill, la ahora ex ministra de Energía y Crecimiento Limpio y ex presidenta de la COP26. El despido se produjo el viernes, día en que se consumó el Brexit.
Días después O’Neill le envió una carta al primer ministro británico donde adujo una falta de compromiso del gobierno de Johnson con la COP26. “El subcomité del gabinete sobre clima que prometió presidir y que yo debía asistir, no se ha reunido una vez”, mencionó Claire en la misiva.
O’Neill también destacó que el formato de la COP necesita ser “reenergizado” si es que se quiere alcanzar una acción climática considerable. “Fue particularmente horrible en la última COP en Madrid, a pesar de los mejores esfuerzos de la maravillosa presidenta chilena y anfitriones españoles”, señaló.
“Mientras medio millón de manifestantes por la acción climática se reunieron en las calles, me senté en sesiones plenarias donde los negociadores globales debatieron si nuestra reunión debía clasificarse como «Informal» o «Informal-Informal»; otros discutieron sobre la estructura de pestañas, tablas y colores en los informes (en lugar de los compromisos que harían los países) y algunos de los países más ricos en petróleo del mundo hicieron su demanda anual de financiación para compensar el daño que toda esta planificación baja en carbono haría a su economía”, agregó.