Los expertos sostienen que las enfermedades emergentes se han cuadruplicado en los últimos 50 años, en gran parte debido a la fragmentación del hábitat, el uso de la tierra y el cambio climático.
La virtual paralización del mundo por la pandemia del coronavirus muestra mejores índices de calidad de aire, el regreso de algunas especies a aguas tan contaminadas como las del Riachuelo y pronostica una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en el corto plazo. Sin embargo, creer que el ambiente mejora por la presencia de un virus que no puede detenerse es incorrecto. Hay que interpretarlo como la resiliencia de un planeta que ya soportó cinco extinciones masivas y siguió en pie.
Así se comporta la naturaleza de la que dependemos y, según los expertos, lo que hay que pensar para el día que se supere esta coyuntura está íntimamente relacionado con el replanteo de la relación del hombre con la naturaleza.
“La especie amenazada somos nosotros. Lo curioso es que no nos damos cuenta. Si lo hiciéramos tendríamos la misma velocidad y capacidad de reacción que se tuvo para el coronavirus en Argentina. La naturaleza no humana es más antigua que el hombre, tiene 4000 millones de años, y esa naturaleza sobrevivió a cinco extinciones masivas y siguió en pie, evolucionando”, le dice a Infobae Claudio Bertonatti, naturalista investigador de la Universidad Maimónides y de la Fundación Azara.
El experto sostiene que el hombre tiene una relación “complicada y poco agradecida” con la naturaleza: “Cuando uno revisa los ecosistemas originales, en Argentina o en cualquier lugar del mundo, comparado con la actualidad vamos a ver que de esos paisajes silvestres hoy sólo quedan fragmentos. Hay parches. Hay menos naturaleza que antes. Esos ecosistemas no sólo están fragmentados sino que cuando uno los camina ya no encuentra la riqueza de especies que había antes”.
Esa es la naturaleza que hace las veces de barrera, por ejemplo, con algunos virus y enfermedades. A esto se suma la crisis climática y el tráfico de animales, un flagelo entre los cinco más voluminosos del planeta: “En nuestra forma de ver las cosas con poca cosmovisión, tenemos un vínculo utilitarista con la naturaleza. Interpol y las Naciones Unidas hicieron una evaluación sobre esa relación y desgraciadamente a nivel mundial los recursos naturales son usados ilegalmente a un volumen que representa entre 90.000 millones y 260.000 millones de dólares por año. Al uso legal que vemos que muchas veces nos sorprende y nos preocupa le tenemos que sumar un volumen clandestino que, gran parte de la sociedad no ve”, agrega Bertonatti.