Esta emblemática especie se está recuperando de su casi extinción, pero el calentamiento de los mares podría obligarla a alejarse de sus zonas tradicionales de reproducción.
Después de una importante recuperación tras décadas de caza excesiva, una de las especies de ballenas más emblemáticas puede estar en peligro por el cambio climático, ya que el calentamiento de las aguas podría obligarla a abandonar sus zonas de cría tradicionales en los trópicos. Se trata de las ballenas jorobadas, quienes se enfrentan a otro enemigo que no pueden combatir.
Según un nuevo estudio publicado en Frontiers in Marine Science, el aumento previsto de la temperatura de la superficie del mar significa que muchas zonas de cría de las ballenas jorobadas ya no estarán dentro de su rango de temperatura histórico a finales de siglo. Combinado con el calentamiento de sus zonas de alimentación, así como con los impactos de otras actividades humanas, estos cambios pueden significar que, incluso después de años de recuperación, el futuro de las ballenas jorobadas siga estando lejos de ser seguro.
Las ballenas jorobadas, quizás las más conocidas de las grandes ballenas, con sus largas aletas pectorales y su afición a saltar fuera del agua (comportamiento conocido como «breaching«), también son famosas por sus largos, complejos e inquietantes cantos. Al nadar principalmente en aguas costeras, fueron presas fáciles y tempranas de los balleneros comerciales, que empezaron a buscarlas en el siglo XVI y mataron unas 250.000 sólo en el siglo XX, reduciendo su cantidad mundial a unas pocas miles. Mientras que otras poblaciones de ballenas han tardado mucho tiempo en recuperarse o directamente no lo han hecho, las jorobadas se han sobrepuesto con fuerza en toda su área de distribución.
Por ejemplo, señala Philip Clapham, antiguo miembro del Centro de Ciencias Pesqueras del Noroeste de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) y actual científico principal de SeaStar Scientific, las poblaciones que migran desde el Antártico a lo largo de las costas del este y el oeste de Australia, «bien podrían haberse reducido a apenas unos cientos de animales cuando los rusos (en lo que entonces era la Unión Soviética), terminaron de expoliarlas ilegalmente en la década de 1960». Pero hoy se cuentan «por decenas de miles, con un fuerte crecimiento continuo«. El especialista agrega que «incluso en la (isla) Georgia del Sur, donde la caza de ballenas en la Antártida comenzó en 1904 y donde las jorobadas fueron prácticamente eliminadas en 1915, ha regresado una cantidad significativa de ballenas en los últimos años, después de décadas sin avistamientos».
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