(Foto: Flickr Waskyo)
El tiempo entre los episodios de blanqueamiento se ha estrechado de entre 25 y 30 años a tan sólo 6 por el aumento de las temperaturas.
El blanqueamiento solía producirse únicamente a nivel local y con un espacio de 25 a 30 años antes de la década de 1980. Estos años resultan determinantes para el estado de los corales ya que durante esta etapa -hasta la actualidad- las temperaturas han ido en aumento. El blanqueamiento provoca un éxodo masivo de las algas que le dan color y alimento a estos organismos, dejándolos debilitados hasta el punto de hacer imposible la supervivencia de sistemas enteros de arrecifes coralinos en distintos puntos del planeta. A medida que suben las temperaturas a causa del cambio climático, el problema se dispara, ya que los corales sólo pueden habitar en aguas a una temperatura de entre 18 y 30 grados. El aumento de sólo un grado por encima de la máxima temperatura en verano o durante el fenómeno de El Niño -que se produce en periodos de entre tres y siete años y origina que las temperaturas en el Pacífico sean más cálidas de lo habitual- ya supone una situación delicada para una colonia de corales.
En los últimos años, según los datos más recientes registrados por los investigadores, el blanqueamiento se produce cada seis años de media, es decir, cinco veces más que en la anterior etapa. La Gran Barrera de Coral australiana ha sufrido cuatro episodios de blanqueamiento críticos en los años 1998, 2002, 2014 y 2016. Los científicos establecen una transición de un primer periodo antes de la década de 1980 a otro que consideran la era en que la actividad del ser humano ha deteriorado definitivamente la vida de los corales, que da comienzo entre 1980 y la década de 1990 y se prolonga hasta la actualidad.
«Cuando una barrera de coral se blanquea, muchos de los peces -el 25% de las especies marinas dependen de alguna manera de los corales- desaparecen bien porque huyen, son comidos o, directamente, mueren», alarma Mark Eakin, especialista del centro de predicción atmosférica (NCWCP, por sus siglas en inglés). «Una vez los corales mueren, las fuerzas de erosión naturales destruyen el hábitat del que dependen los ecosistemas de los corales», continúa.
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