Se observa que el promedio anual de lluvias ha aumentado más de 100 milímetros en los últimos 50 años.
En 1916 Fernando Fader llegó a Loza Corral, un pueblo del norte cordobés. Ante los primeros síntomas de su tuberculosis los médicos le aconsejaron buscar el «clima suave» de las sierras. Vivió 19 años esperando su muerte y pintando bajo una luz que logró plasmar en su obra. A los dos años, en el Club Naútico de San Isidro, Ernesto Guevara sufrió su primer ataque de asma. En el otoño de ese 1931 la familia de quien se convertiría en «el Che» llegó a
Pero Córdoba ya no es la meca de las personas con problemas respiratorios. Casi un siglo después, el clima de Córdoba varió y no ayuda a superar los problemas respiratorios y alérgicos. Es más húmedo y la amplitud térmica entre día y noche menos marcada. Hoy es alrededor de 15% más húmedo, apunta a LA NACION el meteorólogo Marcelo Madelón: «Hay que ver cómo se corrieron los campos de cultivos del este al oeste de la provincia. La mayor cantidad de diques y embalses a los que algunos adjudican la humedad más alta es una verdad popular a medias, ya que aportan más vapor. Lo cierto es que atravesamos un ciclo más húmedo, de más lluvias».
Un grupo de especialistas de las facultades de Ciencias Agropecuarias y de Matemática, Física y Astronomía de la UNC analizaron el registro de lluvias desde 1873 a 2015 en Córdoba: «Muestran un cambio significativo de tendencia a partir de la mitad del siglo pasado. Se observa que el promedio anual de lluvias ha aumentado más de 100 milímetros en los últimos 50 años», indican.
Aire serrano
Las sierras cordobesas -en particular la región de Punilla- fueron durante la primera mitad del siglo XX el lugar aconsejado para el tratamiento enfermedades respiratorias, en especial de la tuberculosis. El Congreso Nacional aprobó en 1899 un préstamo de $250.000 «de moneda nacional» al tisiólogo Fermín Rodríguez para que lo instalara. El complejo fue uno de los más emblemáticos de América Latina.
El historiador Esteban Dómina ratifica que hasta mediados del 1900 el «aire serrano» era considerado la terapia «básica» para las enfermedades respiratorias. «Santa María con su solárium era una suerte de templo para los pacientes. La medicina era otra y el sol y el aire puro, eran las herramientas terapéuticas consideradas más eficaces». En el Hotel Edén, de La Falda, las familias aristócratas de la Argentina también venían a hacer «curas de aire» mientras paseaban.
En 1881 el médico inglés Juan Schrivener publicó su «Geografía Física y Meteorológica de los Andes de Perú» en la Revista Médica-Quirúrgica de Buenos Aires, donde calificó al «aire de las montañas de Córdoba» como «tónico y vivificante. La marcha progresiva y alarmante de la tisis tuberculosa debe preocupar la atención de las autoridades públicas para la formación de un sanatorio para tísicos en las serranías de Córdoba «.
Son varios los especialistas que se ocuparon de los beneficios del clima en la provincia. En 1887 el médico Enrique Tornú publicó «Climatología médica de las sierras de Córdoba» y «La cura de altitud en las sierras de Córdoba»; reunió allí sus investigaciones sobre el efecto positivo de la región en el tratamiento y curación de los enfermos pulmonares.