Un reciente informe del Banco Mundial detalla que tener metas a largo plazo, corregir los precios en las políticas de inversión y facilitar la ayuda a los más vulnerables, son los tres pilares para poder estabilizar las consecuencias del cambio climático y lograr un desarrollo sustentable con cero emisiones.
Lograr que en el 2100 no existan emisiones de carbono es la meta de millones en el planeta. Para ello, es necesario que los países se enfoquen en un desarrollo sustentable y reorganicen la economía mundial. Así lo plantea el informe del Banco Mundial “Desarrollo sin emisiones de carbono: tres pasos hacia un futuro con cero emisiones”, en el cual se indica la necesidad de planificar a largo plazo, corregir los precios como parte de un conjunto amplio de políticas mundiales y, finalmente, apoyar a los más golpeados por el calentamiento global. Y en ello, las empresas juegan un papel muy importante.
Para lograr los tres puntos es necesario establecer cambios fundamentales en la vida del ser humano. Cambios que, según indica Daniel Buira Clark, del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático en México, son posibles, aunque difíciles.
“Lo que propone el Banco Mundial son cambios necesarios y la propuesta es hacerlos más manejables, con un enfoque para encontrar oportunidades más allá de los costos. Hacer que el cambio sea menos difícil requiere que desde ahora tomemos iniciativas en cuanto a políticas públicas en materia de energía, inversión en infraestructura, precios, impuestos, aranceles al carbono y una serie de medidas adicionales. El mensaje principal es que en cuanto antes comencemos con los cambios menos cara será la transición”, sostiene Buira Clark.
Las bases para el cambio
El informe Banco Mundial detalla que es necesario planificar a largo plazo y para ello las políticas e inversiones no deben de centrarse solo en los beneficios inmediatos. También, deben enfocarse en desarrollar tecnologías e infraestructura de bajas emisiones de carbono que se necesitan para lograr cero emisiones. El informe es muy claro e indica que si no se hace nada antes del 2030, los costos subirían en un 50%, con lo cual el retraso aumentará la gravedad de la baja de emisiones necesarias.
Beatriz Zavariz, del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, sostiene que la planeación debe ir acompañada de cambios institucionales que generen nuevas herramientas, recursos y estructuras institucionales, y a su vez dar el respectivo seguimiento.
“Para cumplir con metas a plazos tan largos (2050 o más allá), es necesario establecer mecanismos que faciliten la transición entre administraciones gubernamentales; de forma que la priorización de la carbonización de la economía sea continua hasta el final del plazo. Una opción puede ser la creación de organismos descentralizados con funcionalidad independiente a las administraciones gubernamentales que puedan dar continuidad a las estrategias y planes en grandes escalas de tiempo”, indica Zavariz.
Como segundo punto, el estudio propone corregir los precios del carbono, dado que unos 40 países han fijado los valores del carbono o planean hacerlo, pero los impuestos no son fáciles de implementar y son difíciles de evadir al compararlos con otros. Por ello, es necesario desarrollar políticas complementarias, entre ellos, optar por la eficiencia energética, imponer a los proveedores de electricidad la obligación de obtener de fuentes renovables un determinado porcentaje de energía que suministran, las cuales ofrecen incentivos para las opciones con bajas emisiones de carbono. Se sabe, por ejemplo, que hasta el momento 114 países en el mundo ya han definido objetivos de energía renovable.
Alejandra López Carbajal, directora de Asuntos Ambientales del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático en México, explica que más de un país ha trabajado y trabaja actualmente en la implementación de instrumentos económicos relacionados al precio del carbono.
“Este tema en particular requiere de mayor trabajo y un acuerdo de toda la comunidad internacional, de ser posible desde Naciones Unidas, que emita señales claras de cómo se deben redirigir las inversiones y fomentar la transición de emisiones requerida”, sostiene López Carbajal.
Finalmente, el informe señala la necesidad de facilitar la transición y proteger a los hogares pobres contra los efectos de los aumentos de precios. Las empresas pueden ayudar para actuar en un mundo más limpio, si se actúa de manera eficiente, 60% de la población que tienen menores ingresos se verían beneficiadas con una reforma hacia economías más sustentables.
Cambios en el sector ganadero
Jacobo Arango, biólogo molecular e investigador de LivestockPlus, que pertenece al Programa de Investigación Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria, sostiene que con el fin de lograr cero emisiones en sectores como la ganadería, los investigadores y todos los interesados deben combinar esfuerzos para reducir las emisiones a un 30% menos de las registradas en la actualidad. “Una vez obtenida esta reducción, se requieren mecanismos de compensación para tomar balance de GEI de cero emisiones netas”, sostiene el especialista.
Para el sector ganadero varias estrategias se han postulado como reducir emisiones, entre las que destacan el cambio de uso del suelo (sin deforestación), la utilización de pasturas mejoradas, gestión del estiércol, el uso responsable de los fertilizantes y la labranza de conservación. Arango añade que si después de este tipo de intervenciones, las emisiones siguen siendo superiores a las reducciones, hay otros mecanismos disponibles como créditos de carbono con el fin de llegar a las cero emisiones netas deseadas.
“En el proyecto LivestockPlus, estamos tratando de cuantificar las emisiones de la ganadería en Colombia y Costa Rica para la construcción de una línea de base. Después de eso, se identificarán, implementarán y cuantificarán acciones de mitigación para la construcción del NAMA del sector ganadero con un fuerte énfasis en pastos mejorados”, sostiene Arango.
Aquí puede descargar el informe del Banco Mundial en inglés.