Costa Rica, en el marco de Acuerdo de París, se comprometió a que cada uno de sus habitantes deberá estar emitiendo 1,73 toneladas al 2030, 1,19 toneladas al 2050 y -0,27 toneladas al 2100.
A continuación compartimos un artículo de Michelle Soto de La Nación de Costa Rica. Michelle participa en el programa de Entrevistas Climáticas, organizado por ConexiónCOP y El Árbol, con el apoyo de la fundación Konrad Adenauer.
Costa Rica está a cinco años del plazo que se fijó para alcanzar ser carbono neutral, una meta voluntaria que se estableció en el 2007.
Para esa fecha, y según lo establecido por el Ministerio de Ambiente y Energía (Minae), los costarricenses deberán estar emitiendo un máximo de dos toneladas de carbono por persona y, para conseguirlo, el país está configurando una serie de medidas desde el sector público y el privado.
En este sentido, cada ciudadano deberá ser más consciente con respecto a las emisiones que libera a la atmósfera. Eso le llevará a considerar la cantidad de emisiones a la hora de tomar decisiones: ¿hoy viajo en carro o en tren? ¿enciendo el aire acondicionado o mejor abro las ventanas?
Para el Minae, ser carbono neutral al 2021 viene a ser un «entrenamiento» para los ticos, porque a partir del 2020 –cuando entre en vigencia el Acuerdo de París– Costa Rica se comprometió ante la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático a que cada uno de sus habitantes deberá estar emitiendo 1,73 toneladas en el 2030, 1,19 toneladas al 2050 y -0,27 toneladas al 2100.
Así está estipulado en la Contribución Nacional (INDC, por sus siglas en inglés) que reúne los aportes que el país estará en capacidad de asumir en el marco del Acuerdo de París y que conducirá -en palabras del ministro de Ambiente y Energía, Édgar Gutiérrez- a la descarbonización de la economía.
Eso implica alcanzar el crecimiento económico independiente a las emisiones y no como ha sucedido hasta hoy, donde el desarrollo coincide con el uso de combustibles fósiles como fuente de energía.
En este sentido, la INDC especifica medidas para contener la temperatura y que esta no se incremente más allá de los dos grados Celsius (2 °C). Por eso se apuesta a un desarrollo bajo en emisiones, que contempla la electrificación en el transporte (público y privado), una producción agropecuaria eficiente, energía limpia e infraestructura cuyo diseño se adapte a los escenarios de sequía o inundación que trae consigo el cambio climático.
«Nosotros vemos la carbono neutralidad como la agenda pre 2020; es decir, acciones que nos prepararán para cuando entre en vigencia el Acuerdo de París», comentó Andrea Meza, directora de la Dirección de Cambio Climático (DCC) del Minae.
Para ella, esos esfuerzos pueden ser fortalecidos por los ciudadanos. «Queremos motivar a los ciudadanos para que participen activamente en la meta de carbono neutralidad y sean más conscientes de sus acciones», destacó con motivo de la campaña que recién lanzó la DCC, titulada Métale un gol al cambio climático.
En este sentido, al elegir su modo de transporte, las personas están sumando o restando emisiones a su cuenta personal. Por ejemplo, la bicicleta no genera emisiones de carbono y si se viaja en transporte público (tren o bus), esas emisiones se comparten entre todos los pasajeros y serían menos que si se opta por ir solo en un carro particular.
El uso de aires acondicionados en las oficinas incrementa las emisiones, en ese caso es mejor utilizar la ventilación natural. Un mal manejo de los residuos sólidos también abulta la cantidad de emisiones, ante esto queda mejor reutilizar, separar y reciclar.
Energía es esencial. La importancia de esa contabilidad de emisiones se ve reflejada en el sector de energía. Las energías renovables (agua, viento y sol) generan menos emisiones que los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón).
Por esa razón, los mercados internacionales y algunos países están moviéndose en esa dirección. De allí que los marcos regulatorios e incentivos para energías renovables estén evolucionando para facilitar esa transición del petróleo al agua, el viento y el sol.
«La generación eléctrica en América Latina, a partir de energía solar y eólica, es más competitiva ahora que el uso de gas, carbón y petróleo», dijo Walter Vergara, del World Resources Institute (WRI), en declaraciones a periodistas que participan en el programa de Entrevistas Climáticas, promovido por las plataformas ConexiónCOP y El Árbol.
Eso queda en evidencia en los precios actuales de las energías renovables. Según Luis Alberto Fierro, asesor en financiamiento climático de la Asociación Independiente de América Latina y Caribe (Ailac), los precios de la energía solar bajaron 80% y la eólica 66% desde el 2010.
Según un comunicado de Hivos y la Alianza Centroamericana por la Sostenibilidad Energética (ACCESE), las energías renovables en América Latina y el Caribe representan el 22% de la oferta energética de la región.
Asimismo, ambas entidades destacan que la cobertura eléctrica promedio es del 90%, pero cerca de 30 millones de personas aún tienen poco o ningún acceso a la electricidad y 65 millones de individuos aún usan leña para cocinar.
Melina Campos, gerente del programa de energía verde e inclusiva de Hivos, manifiesta que la ciudadanía debe involucrarse activamente en el diseño, gestión, operación y comercialización de los sistemas de energía.
«Las personas no deben ser vistas solo como consumidoras, sino también como productoras y emprendedoras del sector energía. La gente tiene el poder de exigir y crear soluciones energéticas innovadoras y sostenibles. Debemos avanzar hacia sistemas de energía democráticos, bien gestionados y financiados, que sean transparentes, rindan cuentas y den a la ciudadanía un rol central», manifestó Campos.
Transporte. Esa apuesta a energías renovables tendrá su repercusión en el sector transporte, responsable –en el caso de Costa Rica– del 50% de las emisiones de carbono.
Según Vergara, bastará menos de 15 años para que el transporte electrificado –que aprovecha una matriz eléctrica basada en renovables– sea más competitivo que el que utiliza combustibles fósiles.
Además, una ciudadanía más consciente de sus emisiones preferirá este tipo de alternativas para así no abultar su presupuesto en carbono.
«Un motor eléctrico es 90% eficiente versus un motor diésel que es 30-35% eficiente. Nosotros, en WRI, calculamos que, si todo el sector transporte se electrificara, los ahorros de energía serían de 200% para el año 2050», manifestó Vergara.
Para el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), el sector energía –que contempla electricidad y transporte– es el que puede dar el «golpe de timón» hacia la descabonización de la economía, pero tan solo es un ejemplo. Hay que estar consciente de la huella de carbono de otros sectores como agro e industria.
¿Contar emisiones y emprender acciones en que beneficia? Frente al cambio climático, y según Fierro, los países en desarrollo deberán invertir $350.000 millones en mitigación (medidas de reducción de emisiones) y $100.000 millones en adaptación al año. Eso sin contar el dinero que se deberá invertir en paliar los daños y pérdidas causados por eventos metereológicos extremos como inundaciones y sequías.
Por eso, y según Meza, las acciones tempranas que propone la meta de carbono neutralidad pueden reducir los costos de mitigación y adaptación en el futuro.