El ártico es una de las regiones del mundo que más está sufriendo el cambio climático, y sus habitantes son un ejemplo de adaptación.
Es habitual al hablar de cambio climático pensar en ello como algo que nos cambiará la vida en un futuro más o menos cercano pero aún indeterminado. Pero hay lugares del mundo donde el cambio climático no es un futurible, es el presente. Uno de ellos es el Ártico.
Allí los cambios se notan especialmente en el comportamiento del hielo que cubre el continente. En otoño de 2016, el hielo alcanzó su mínimo histórico durante dos meses seguidos, la temperatura superó los 10 grados por encima de lo habitual y el hielo continuó disminuyendo en vez de aumentar. Algunos expertos auguran que este año el Ártico podría vivir su primer verano sin hielo en cien mil años.
¿Y a mí qué el hielo? Se preguntará usted. Pues a usted mucho, aunque no lo crea, pero de nuevo se trata de efectos indirectos. A quien esto le supondrá un problema, y de hecho se lo supone ya desde hace años, es al pueblo esquimal. Los inuit, nombre común para los pueblos esquimales que habitan distintas regiones del Ártico en Canadá, Alaska, Siberia y Groenlandia, siguen viviendo en muchos casos de la caza y la recolección. El cambio climático les está obligando a abandonar algunas de sus costumbres, pero también está potenciando otras nuevas. Por ejemplo, la de cultivar productos antes impensables, como los tomates.