Brasil asumió el año pasado el compromiso de limitar sus emisiones contaminantes anuales a 1.300 millones toneladas de dióxido de carbono para 2025, una reducción del 36,1 %.
En la ceremonia, celebrada en el Palacio presidencial de Planalto y que congregó a ministros, parlamentarios y miembros de grupos de defensa del medio ambiente, Temer afirmó que “el compromiso contra el cambio climático en Brasil no es de un Gobierno, sino que es una cuestión de Estado“.
El presidente subrayó más de una vez “no se trata de una cuestión de voluntades de uno u otro Gobierno“, con lo que pareció aludir a la crisis que llevó a la destitución de la ahora expresidenta Dilma Rousseff, durante cuya gestión fueron diseñados los compromisos que Brasil adoptó en la Cumbre del Cambio Climático de París.