Investigadores de la Universidad de Ohio vinculan esta enfermedad con el cambio climático y creen que provocan brotes de enfermedades
Los tumores, de color rosa pálido, elevados y ásperos que presentan en el cuerpo los peces de la Antártida son causados por una infección parasitaria cuyos efectos se están agravando con el cambio climático, según revelan investigadores de la Universidad de Ohio en una publicación en la revista iScience. Visitaron un pequeño fiordo en la Península Antártica Occidental para estudiar un grupo único de peces, llamados nototenioides. El equipo estaba intrigado por este pez porque acudió en masa al Océano Antártico desde el Atlántico y evolucionó para resistir las aguas gélidas.
Los científicos estudiaron ejemplares en las Bahías de Andcord y Dallman. «Apenas cuando volvimos a poner la primera red de arrastre en cubierta, nos dimos cuenta de que una especie era realmente abundante y muchas de ellas tenían grandes tumores», dijo Thomas Desvignes, uno de los investigadores . «Cuando vimos eso, inmediatamente nos dimos cuenta de que teníamos que hacer algo», contó.
La vulnerabilidad de los ecosistemas antárticos frente a los efectos del cambio climático se ponen de manifiesto en este caso, dando muestra de los rápidos cambios que están experimentando. «A medida que el hielo se derrite, por ejemplo, el agua cercana se vuelve menos salada. Y el agua del fondo donde viven estos nototenioides se está volviendo más cálida y fresca, especialmente rápido».
Desvignes sugiere que los peces pueden estar sintiendo presión a medida que las aguas se calientan y los ecosistemas cambian. «El cambio climático también podría afectar al ciclo de vida del parásito, quizás haciéndolo más efectivo para propagarse e infectar», dijo.
Los investigadores se encuentran a la espera de poder emprender otro viaje a la zona y seguir estudiando el caso, pero la pandemia y la dificultad logística lo está imposibilitando.
Otro de los efectos negativos del cambio climático es el calentamiento de los océanos. El aumento de las temperaturas se observa, como no puede ser de otra forma, en las gélidas aguas de la Antártida, cuyas aguas se han calentado más de un grado en los últimos 50 años. Esto provoca también el derretimiento del hielo marino y los glaciares, lo que aumentará el nivel del mar en los próximos años.
Las aguas más cálidas pueden mejorar la dispersión o la infectividad de Notoxcellia, la nueva especie de Xcellidae que infecta a los peces antárticos. O potencialmente debilitar a los dracos (también conocidos como peces hielo), haciéndolos más susceptibles a la infección. «Cuando las condiciones de vida se vuelven desafiantes, los animales se vuelven más propensos a las enfermedades», dijo Desvignes.
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