Benjamín Kiersch, Oficial de Recursos Naturales para América Latina y el Caribe de la FAO, explicó a ConexiónCop que la producción de maíz, frejol y quinua se han visto afectadas como consecuencia del cambio climático. Además El Salvador, Guatemala y Nicaragua tuvieron situaciones de emergencia alimentaria en los últimos años.
Entrevista de Pilar Celi Frías (@pilicefri)
En la actualidad existen 37 millones de latinoamericanos con hambre y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) está actuando desde diferentes frentes para aminorar esa alarmante cifra. El cambio climático fomenta también la escasez de alimentos y afecta principalmente a los pequeños productores, quienes deben adaptarse a las variaciones del clima. Benjamín Kiersch, oficial de Recursos Naturales para América Latina y el Caribe de la FAO, conversó con ConexiónCOP y sostuvo que en la región se han visto afectadas –por consecuencia del cambio climático– la producción de maíz, frejol y quinua; además, los ecosistemas de los camélidos están sufriendo variaciones.
Kiersch indica también que El Salvador, Guatemala y Nicaragua son algunos de los países que tuvieron situaciones de emergencia alimentaria en los últimos años, mientras que Bolivia y Chile también han sufrido alteraciones en la producción de sus alimentos generando mayor escasez.
“Se necesita actuar porque la existencia de una persona con hambre ya es demasiado”, sostiene Kiersch.
El 22 de marzo se celebró el Día Mundial del Agua, un recurso afectado por el cambio climático. ¿Cómo se ve afectada la seguridad alimentaria pensando en este recurso?
El cambio climático es una realidad a nivel global y los patrones alimentarios están cambiando con el aumento de la temperatura. Hay más eventos extremos que tienen que ver con la disponibilidad de agua, que es un tema fundamental para la producción de alimentos. A nivel global tenemos 20% de la superficie bajo riego que produce el 40% de los alimentos. Debido a ello, el manejo de agua es fundamental para sostener la seguridad alimentaria. Es más complicada la situación de los productores que no pueden controlar el suministro de agua en sus parcelas y se pueden ver afectados por sequías cortas o prolongadas, perjudicando considerablemente las cosechas.
En los últimos años Latinoamérica se ha visto golpeada por sequías que afectan directamente la seguridad alimentaria. ¿Cuáles son las medidas que está tomando la FAO al respecto?
Estamos trabajando en el tema de gestión de riegos, muy importante para que los productores tengan buena información actualizada regularmente y puedan tomar decisiones informadas sobre como planificar sus cultivos. Realizamos también coordinaciones entre las instituciones públicas y con productores directamente para que conozcan técnicas de conservación de suelo y agua como manutención de una cobertura vegetal para mantener la humedad en el suelo. Obviamente, para una sequía prolongada de seis años, como la que estamos viviendo en Chile, ello no es una opción, pero sí puede serlo para los productores en Centroamérica, donde justamente tienen huecos de lluvia, temporadas conocidas como canículas, que son fatales para las cosechas. También es muy importante el tema de la inversión, si hablamos de cambio climático, hablamos de agua entonces es importante aumentar la inversión en riego, infraestructura y estructuras para almacenar agua.
¿De qué manera el cambio climático aumenta la brecha alimentaria en el mundo?
Los agricultores de secano son los más afectados, que son pequeños productores que no tienen posibilidad de resolver los choques climáticos fácilmente. Entonces, es probable que en algunas áreas las brechas aumenten. La gente de las ciudades con más poder adquisitivo sufre porque tienen que pagar más, pero son los pobres y los agricultores quienes principalmente trabajan a un nivel de subsistencia y serán los más afectados.
La FAO frente al cambio climático en Latinoamérica
¿Cuáles son las políticas actuales de la FAO para frenar los efectos del cambio climático con respecto a la seguridad alimentaria en Latinoamérica?
La FAO está trabajando a nivel político, institucional, regional y local. En Latinoamérica la adaptación al cambio climático es una prioridad dictada a la FAO. A nivel global tenemos un programa, que es la Agricultura Climáticamente Inteligente, que busca facilitar estrategias y prácticas para mejorar la capacidad de adaptación al cambio climático, además se proveen posibilidades para introducir el tema de mitigación y evitar las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a través de buenas prácticas en la agricultura.
«La gente de las ciudades con más poder adquisitivo sufre porque tienen que pagar más, pero son los pobres y los agricultores quienes principalmente trabajan a un nivel de subsistencia y serán los más afectados».
¿Cuáles son las naciones latinoamericanas más golpeadas en el tema de seguridad alimentaria, como consecuencia del calentamiento global?
En toda la región tenemos impactos sobre el cambio climático, pero en Centroamérica hay un problema muy grande y mucho más pronunciado en los últimos años con los eventos extremos. Se han presentado huracanes que producen inundaciones y deslaves y la producción de maíz y frejol se ve afectada. En los últimos años tuvimos situaciones de emergencia alimentaria en El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Además, en Bolivia las heladas se han incrementado, lo que afecta la producción de la quinua y el ecosistema de los camélidos. En la parte central de Chile estamos entrando al séptimo año de sequía donde las precipitaciones están por debajo de lo normal, y afecta a la producción de alimentos. En el Caribe los huracanes provocan erosión de las costas, que también afecta a los recursos de pesca.
En la última conferencia anual de ciencias se sostuvo que en los próximos 35 años la producción alimentaria deberá duplicarse por el crecimiento demográfico que se calcula llegará a 9 mil millones en el 2050…
Es muy importante hablar en ese contexto de una intensificación de la producción pero de manera sostenible. En las últimas décadas la producción de alimentos ha crecido considerablemente, y es muy probable que con los avances tecnológicos se pueda lograr perfectamente una producción de comida suficiente para las 9 mil millones de personas en el mundo. Se necesita una intensificación y aprovechamiento de la tierra pero con un enfoque de conservación de los recursos naturales, y es lo que se ha hecho en los últimos años. La FAO está promoviendo el concepto de agricultura climática inteligente e intensificación sostenible.
Pero en muchas partes del mundo ya existe una catástrofe de hambre, poblaciones de América Latina y África son grandes ejemplos de los problemas de seguridad alimentaria que existen en la actualidad…
Exactamente. La FAO define la seguridad alimentaria en 4 dimensiones y la producción es solo una, las otras son la inocuidad, el acceso y la distribución de los alimento. En el último punto es en el que hay un fuerte problema global y que debemos afrontar todos. Por un lado estamos desperdiciando el 30% de los alimentos desde el campo hasta el plato, es ahí que existe un desequilibrio y por eso necesitamos una mejor organización de las cadenas productivas y también una mejora en la distribución de ingreso de las personas. Si se logra mejorar el acceso a las personas con menos recursos se puede aliviar el hambre, sobre todo en Latinoamérica, donde todavía tenemos 37 millones de personas con hambre.
«Se necesita una intensificación y aprovechamiento de la tierra pero con un enfoque de conservación de los recursos naturales».
¿Cuál será el llamado de la FAO durante la COP21?
Esperamos que los países consideren el tema de la agricultura dentro de sus Contribuciones Nacionales Determinadas (INDC), esperamos que se vea el potencial que puede existir para la mitigación y adaptación desde la agricultura y bajo ciertas prácticas se pueden evitar tantas emisiones. Además, es importante ver las inversiones para adaptación desde el Fondo Verde para el Clima (FVC), porque permite sostener la producción agrícola y la seguridad alimentaria. Es importante también lograr una transición correcta de la agricultura a través de una cultura climáticamente inteligente. Deseamos también que la deforestación se reduzca considerablemente porque tiene un gran impacto sobre las emisiones a nivel regional.
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