El organismo internacional plantea cinco ejes de acción a los gobernantes para reducir los efectos climáticos en el bienestar de los más vulnerables
«Casi 1.000 millones de personas en todo el mundo viven con trastornos mentales». Una cifra que se ha disparado en los últimos años por causas muy diversas y cuya lista no deja de crecer. Estrés, químicos o factores hereditarios son algunos de los orígenes de estos trastornos a los que la Organización Mundial de la Salud (OMS) añade más: sequía, inundaciones, o calor extremo, entre otros.
«El impacto del cambio climático está agravando la situación ya de por sí sumamente complicada en que se encuentran la salud mental y los servicios de salud mental a nivel mundial», señala Dévora Kestel, directora del departamento de salud mental y abuso de sustancias de la OMS, en Estocolmo+50.
La preocupación por el medioambiente está cada vez más presente entre la población.
Una investigación publicada en The Lancet revela que casi la mitad de los jóvenes entre 6 y 25 años afirma que «la preocupación por el clima afecta de forma negativa a su vida cotidiana». «Han surgido varios términos para describir estas respuestas», asegura la OMS.
Ecoansiedad, angustia ambiental, duelo ecológico o solastalgia son los nuevos conceptos surgidos del impacto de los distintos factores medioambientales en la salud mental de los ciudadanos. «Los efectos del cambio climático están cada vez más presentes en nuestra vida cotidiana, y existe un escaso apoyo especializado en materia de salud mental para las personas y las comunidades que se enfrentan a peligros relacionados con el clima y a un riesgo a largo plazo», detalla María Neira, directora del departamento de medioambiente, cambio climático y salud de la OMS.
«La salud mental es una prioridad para la acción sobre el cambio climático», destaca la organización sanitaria en el documento que refrenda las conclusiones presentadas por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado el pasado mes de febrero. «Los sistemas de salud cuentan con escasos recursos y su capacidad para responder al cambio climático es débil», denunciaba esta investigación.
«Yo soy yo y mis circunstancias», repetía Ortega y Gasset. El impacto del cambio climático «afecta de diferentes maneras a la población», asegura la OMS. Tristeza, ansiedad, enojo, impotencia y culpa son algunos de los síntomas referidos por los más jóvenes preguntados al respecto en la investigación de The Lancet.
Además, el organismo sanitario internacional de Naciones Unidas apunta que los efectos del cambio climático en la salud mental se distribuyen «de forma desigual» entre determinados grupos que se ven afectados «de manera desproporcionada», debido a factores como la situación socioeconómica, el género o la edad. «Es más probable que los pueblos indígenas definan el bienestar en términos de armonía con los entornos naturales», aseguran los investigadores de la Organización Mundial de la Salud en este informe.
Un periodo inesperado de sequía, un incendio severo o la salinización de sus terrenos de cultivo son impactos que modifican su forma de vida. «Pueden verse más afectados por la pérdida de incluso pequeñas cantidades de tierra o vida silvestre o por otros impactos relacionados con el clima», señala el texto.
Una vulnerabilidad que no está protegida por los sistemas de salud. «En los países de ingreso bajo y mediano, tres de cada cuatro personas no tienen acceso a los servicios necesarios para cuidar la salud mental», advierte Kestel.
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