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Por: Pilar Celi – Periodista de ConexiónCOP, Libélula
Para el físico peruano, José Marengo, la divulgación del Informe de Síntesis del IPCC, sumado a los eventos climáticos que estamos presenciando, hacen más evidente la urgencia y necesidad de desarrollar acciones de mitigación y de adaptación, además de trabajar directamente con los tomadores de decisión.
José Marengo es un científico peruano radicado en Brasil, quien estudia el cambio climático y ha sido editor del capítulo 3 del Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus sigla en inglés). El físico es muy claro: “si pasamos 1.5°C o 2°C de incremento de temperatura, será muy difícil desarrollar acciones de adaptación”. Libélula conversó con él sobre el Informe de Síntesis presentado hace unos días por el IPCC.
¿Cuáles son los principales puntos científicos que destaca el informe de síntesis?
Este informe es el producto final del Sexto Informe del IPCC. Todos los trabajos comenzaron en el 2018 antes de la pandemia y es interesante porque muestra un resumen de lo que ya ha sido presentado. Por ejemplo, que la influencia humana en el calentamiento global es inequívoca, que los eventos climáticos son cada vez más extremos y que afectan a los países. Además, indica que si pasamos 1.5°C o 2°C de incremento de temperatura será muy difícil desarrollar acciones de adaptación. Actualmente, estamos en el 2023 con 1.2°C de incremento; falta poquísimo para 1.5°C y hay una preocupación grande para que los países desarrollen sus planes de contingencia, que usen conceptos como adaptación basada en ecosistemas, así como de conocimiento tradicional indígena o de sistemas de alerta que son formas de enfrentar los desastres.
En el Informe del Grupo 3 que se refiere a la mitigación, se explica claramente la necesidad de que los países reduzcan el uso de combustibles fósiles. Por supuesto que es imposible que suceda de un día para otro, pero existen opciones para que paulatinamente sea disminuido y se usen energías limpias como eólica, solar, biomasa y otras. También es importante reducir la deforestación, aumentar la reforestación, y estudiar medidas de geoingeniería para reducir el volumen de CO2 en la atmósfera, puesto que, por más que se reduzcan las emisiones, ya existe un exceso acumulado de décadas. Incluye también trabajar con la industria agropecuaria, particularmente con el ganado, para hacerlo más eficiente y que se emita menos GEI; y también lo que se refiere a la dieta, pues aunque no se puede forzar a nadie a dejar de comer carne, es importante que refleje un proceso bajo en emisiones.
Uno de los puntos que se esperaba del informe y que comenzó con mayor fuerza a partir del 2012 cuando se entregó el Informe de Gestión de los Riesgos de Fenómenos Meteorológicos Extremos y Desastres para mejorar la Adaptación al Cambio Climático, es que con el calentamiento global los eventos extremos podrían ser más frecuentes e intensos como las olas de calor, olas de frío, tempestades, huracanes, sequías, lluvias intensas, y es justamente lo que está pasando. En el 2020 tuvimos una ola de calor casi total en Centroamérica del sur, ahora tenemos una nueva ola de calor y Perú se enfrenta al denominado Yaku, un ciclón con impactos graves. Si esos eventos extremos ya se están presentando y no podemos impedirlos, ahí es que viene la adaptación.
Aquí en Brasil se habla mucho de personas que viven cerca de ríos, riachuelos o montañas, que son áreas de riesgo donde no deberían hacerse construcciones, y donde es necesaria una planificación urbana y mejorar el sistema de prevención de desastres, con el objetivo de avisar a la población, como sucede en Estados Unidos, cuando hay huracanes o tornados, y que permite salvar vidas. Ya que no podemos parar las lluvias, hay que evitar que esa lluvia produzca daños económicos y humanos. Sin embargo, la cultura del riesgo climático no está en la ciudadanía ni en los políticos, y justamente en el informe se habla de la voluntad política, porque el IPCC produce información científica para los tomadores de decisión, pero el IPCC no puede proponer políticas públicas.
Existen evidencias pero no siempre se ve la voluntad de cumplir con los compromisos del Acuerdo de París, porque existen problemas inmediatos como la crisis económica, la guerra de Ucrania, la epidemia de la COVID 19 , que deben resolverse, y la agenda climática pasa a un segundo plano. El cambio climático no sucede de un día para otro, es muy paulatino y cuando nos damos cuenta ya entramos en un nuevo clima. Esto es realmente lo que tratamos de evitar: llegar a un clima más hostil del que tenemos en el presente.
No es solo en Perú, en Brasil tampoco se encuentra en la agenda pública. Sucede por ejemplo con el Ciclón Yaku. Recibí muchas consultas sobre si era por el cambio climático. Obviamente no puede ser atribuido a un proceso de largo plazo, pero pensé que iba a generar un poco de debate, porque cuando se presentaron las lluvias extremas y los desastres en Sao Paulo, se generaron debates en torno al cambio climático y a la deforestación.
Muchas veces, cuando uno habla de soluciones, se piensa en separar el plástico del papel o reciclar la basura, pero ahora hay que ser más agresivos. Por ejemplo, cuando hay elecciones, quien decide es el pueblo y los candidatos deben presentar una agenda ambiental. Aquí en Brasil tuvimos cuatro años de negacionismo sobre la ciencia y el cambio climático, sin embargo, continuamos luchando, publicando y trabajando con el IPCC. Los políticos pasan pero el cambio climático continúa.
Consideramos que dentro de América Latina, América Central es la región más vulnerable, por la presencia de sequías, inundaciones, y huracanes. Por ejemplo, México en el 2021 fue afectado por una gran sequía en el norte, y ahora la zona de sequía está en el noroeste; el sur de Chile presenta una sequía de casi 13 años y existen impactos observados; los glaciares andinos de Bolivia y Perú, de Argentina y Chile, están mostrando menor masa, como consecuencia del derretimiento y calentamiento global; así también hay áreas de la Amazonía que están comenzando a mostrar periodos secos muy largos, y eso incrementa el riesgo de incendios.
Están apareciendo señales de lo que viviremos en las próximas décadas y ahí es donde las medidas de adaptación todavía no están bien implementadas. En Bolivia, por ejemplo, trabajan mucho con el conocimiento andino, y eso es ciencia que debe ser aprovechada.
Lo que ha publicado el IPCC es una guía para los tomadores de decisiones. Las evidencias científicas están aquí, de forma didáctica y resumida. Depende de los políticos, y del pueblo que los elige.
El miedo de que en el 2030 ó 2040 lleguemos a 1.5 °C – y que según los estudios del IPCC puede ser muy tarde para la adaptación y tan cara que no sea posible – es real. Veo muy difícil los temas que serán tratados en la COP28 porque muchas veces, por mi experiencia como observador, la voluntad política es buena, pero después los gobiernos tienen otras prioridades y la agenda ambiental termina relegada. Veo difícil que los países cumplan sus compromisos hasta el 2030.
Sin tratar de sonar como revolucionario, la respuesta es realizar activismo al estilo Greta Thunberg. Ya pasó el tiempo de ir en bicicleta, de ser vegetarianos, eso ya no funciona más, quizá sí a nivel doméstico y de protección de la salud. Ahora necesitamos medidas ambientales más agresivas y eso se logra solamente a través de políticas, de presionar a los políticos, al congreso, a los ministros para que se tome en cuenta que ya hay señales de que el clima está cambiando. La presencia del ciclón Yaku es un ejemplo perfecto del cambio. Así como este fenómeno, pueden seguir apareciendo otros en el futuro, y la población no está preparada. La ciencia ya mostró su contribución, ahora falta al gobierno hacer su parte, y la población queda en el medio que es la más afectada.
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